Historia de Málaga (El marqués de Larios y los republicanos)
La historia malagueña del siglo XX dejó mucho sufrimiento y muerte para quienes se atrevieron a defender los ideales republicanos y socialistas, pero también es fuente de algunas curiosas anécdotas que merece la pena conocer.
Si habéis paseado alguna vez por el centro de Málaga habréis observado que una de las calles más importantes, ahora peatonal, recibe el nombre de Larios. Fue promovida por el marqués de Larios, hecho éste que motivó la también construcción de un monumento en su honor, situado justo en la rotonda que se encuentra al finalizar la calle.
Fue inaugurado en 1899, y está compuesto por la estatua del marqués, sombrero de aristócrata en mano, en la parte superior; por una mujer con un niño en brazos, que representa el agradecimiento de la ciudad malagueña, en un pedestal lateral; y un obrero anónimo, con pico y azadón, que representa al trabajo, en otro pedestal lateral.
Una composición como esta despierta de inmediato una reflexión necesaria: ¿es justo que quien pusiera el capital se encuentre reflejado en una altura superior de la que corresponde a quienes pusieron el esfuerzo? No parece demasiado razonable, desde luego. Y la historia estuvo de lado de la razón por un breve espacio de tiempo.
Esos ricos parásitos de la oligarquía, que mandaban construir para llevarse junto con el beneficio también el mérito, y que apoyaban a la derecha más conservadora y reaccionaria no deben estar allí, pensaron sin lugar a dudas los republicanos que celebraron el 14 de abril de 1931.
Aquel día de liberación y esperanza una multitud se subió al monumento, arrancó la estatua del marqués, la arrastró por la ciudad mientras se dirigía con ella al puerto, y finalmente acabó lanzándola al mar. En su lugar aquellas personas colocaron la estatua del obrero anónimo, dejando una estampa preciosa que alguien fotografió para que aquel momento histórico no muriera en el tiempo.
Desgraciadamente, en las historias reales y a diferencia de en los cuentos, como dije el otro día, Goliat suele acabar machacando a David. Este caso fue un ejemplo más, y la historia dio la espalda a la justicia.
Probablemente esos mismos republicanos, que auparon a una más alta posición el símbolo del trabajo por un tiempo, se contaran entre los muertos asesinados durante las dos semanas de febrero de 1937 en las que la aviación nacional española, en colaboración con la armada nazi, bombardearon a las miles de personas que huían de la represión.
Hoy el marqués de Larios nos observa, desde su alto pedestal, con aires de grandeza. Los turistas fotografían el monumento sin tener idea de lo que un día en ese mismo lugar ocurrió, mientras otros imaginamos otra escena: la del día en el que ese obrero anónimo vuelva a tener una nueva oportunidad para hacer justicia.
Salud, Amor y Rebeldía,