Eran
las 8 de la noche regresaba a casa apresurada, sentía un palpitar
fuerte que la dominaba, la brisa de la noche acaricia su piel, su falda
parece bailar en cada pasó, al llegar al parque está solitario y en
silencio, un escalofrío sé apodera de ella, se siente observada, tiene
miedo, acelera sus pasos, de repente siente que alguien la toma de su
cintura y la levanta la lleva hacia los arbustos, ella lucha para
escapar pero no puede, tiene miedo no ve nada sólo siente unas manos que
la acarician, y una boca que besa su cuello deslizando su lengua con
una maestría increíble. Entonces percibe un olor familiar unas caricias
que ya había sentido antes, y temblando dice amor eres tú, a lo que ella
responde sí mi vida entonces se besan apasionadamente las los
enamoradas, Aimé le dice me asustas mi amor, a lo que responde Ana lo sé
pero te necesito amor y continúa besando todo el cuerpo de su amada, la
cual presa de la excitación sé entrega a sentir y a disfrutar, la
acuesta sobre el césped y desabotonando su blusa procede a devorarle sus
pechos sus pezones firmes, entre besos los recorre mordisqueándolos
levemente lamiéndolos, las dos amantes sé sumergen en un placer sublime,
desliza sus manos y abre las piernas de su amada Aimé pérdida en ese
glorioso momento sólo abandona la cordura y aparta total mente sus
piernas, Ana acaricia las piernas de su amada y baja besando todo su
cuerpo con sus manos retira la ropa interior de Aimé y procede a besar
su vientre que palpita sus manos invaden el sexo de Aimé suavemente la
palpa la estimula y su boca la besa con suavidad sé devora su miel la
esencia que emana de su interior no desperdicia nada se concentra en
succionar todo ese dulce manantial de su amada Aimé sé siente en el
paraíso fuera de este mundo sintiéndose en un paraíso que solo están
ella dos.
AUTORA