Seguro que alguna vez habéis conocido a alguien que cambia de opinión según lo que dice su jefe, estando siempre de acuerdo con él aunque antes os haya dicho a vosotros en privado lo contrario. O a lo mejor habéis conocido a alguien que cada año cambia de opinión respecto a su equipo de fútbol favorito (y justamente el que le gusta cada año es el que va mejor en la liga o quien gana más títulos). A esto se le llama tener cambios oportunistas de opinión o también cambiar de chaqueta o ser un chaquetero. ¿Y de dónde saldría una expresión así? ¿Por qué no se dice cambiar de bufanda o de pantalones? Pues bien, ahí es donde entro yo
Resulta que en época de la reforma luterana (Siglo XVI), los partidarios de cada tendencia se distinguían de los demás por el color externo de sus chaquetas. Sólo con ver de qué color vestían ya se les podía asociar a sus creencias políticas y convicciones en general. Lo que ocurría es que el forro interior de dichas chaquetas solía ser de un color diferente al exterior por lo que más de uno en alguna ocasión en la que quería pasar inadvertido (no quería llamar la atención o ser visto), o en un momento en el que estaba en un entorno hostil (un entorno que no le era favorable) giraba su chaqueta dejando el forro por fuera, escondiendo así su auténtica convicción. Por eso y desde hace ya 5 siglos, a aquel que en un momento determinado cambia de opinión según las circunstancias se le dice que cambia de chaqueta (porque es como si quisiera ocultar sus verdaderas creencias o pensamientos por conveniencia).
Bueno, últimamente estamos dando un buen repaso histórico gracias a las expresiones, ¿verdad? Espero que os resulte interesante!