Colmada,
Camino con mis musas,
eufórica,
solo pido
me perdonen los muertos
en esta alocada felicidad.
Esos muertos que no aceptan
que brillen los luceros
y resuenen las arpas.
He dejado de llorar
con aquellas lágrimas secas.
Ahora un viento luminoso
en remolino
me acompaña
poniendo risa en mis ojos.
Que perdonen los que envidian
la alegría de los vivos.
No es mi culpa si rio sola
recordando la noche de anoche,
cuando recostada en tu regazo
resucité,
y una algarabía de querubines
rescató el alma
del pozo de las sombras.
Escuchen bien,
ahora camino de la mano de Erató,
colmada.
Carmen Amaralis Vega Olivencia