En cada amanecer tu sonrisa subyuga, se impregna de miel en mi dulce desierto; abraza mi deseo, el de tenerte junto a mí aclara mis sueños divagantes en ríos lejanos.
En cada amanecer la noche cede su paso negro, haz de luz en tu bello ser y maravillosa esencia; rayos del sol saliente se unifican en el más allá manos entrelazadas que recorren limbos ciertos.
En cada amanecer tus promesas eternas, de caricias inagotables alimentando mi piel; de besos siameses en nuestras bocas prestas horizonte etéreo que sublima nuestros rostros.
En cada amanecer nuestra adoración revive, paso del tiempo en la faz primaria de la vida; y amándonos como dos locos en el espacio sideral, juramentos gloriosos realzan la simbología perfecta.
En cada amanecer el estio parece ser la nada, hojas unidas al árbol de la esperanza estremecedora; caudal de agua que agota todas las incertidumbres, y en madrugadas eternas se sumarán sólo primaveras.