EL BESO
Muchas parejas, al llegar al matrimonio y enfrentar las rutinas de la vida y la convivencia, se olvidan de practicar el arte de besar.
La mayoría de las veces, reconocemos a las parejas de novios por ese ímpetu amoroso que los mantiene muy cerca, físicamente, uno del otro; besándose constantemente, sin apenas notar dónde y con quién están, caminando de la mano, en fin, demostrando amor apasionado.
Y es que el beso es , queridos míos, como el termómetro de la relación.
Transmite los mensajes más sublimes, aquellos que con palabras no nos atrevemos a decir.
Puede expresar "te amo", "te extraño", "te deseo". Pero ¿por qué cambia la intensidad del beso cuando pasamos de novios a casados?
Nuestra rutina refleja nuestros hábitos. Si dejamos los besos fuera de nuestra vida diaria, podríamos perder la costumbre de hacerlo y sería fatal para la relación.
El beso, las caricias, los abrazos, establecen el contacto físico entre los miembros de la pareja y mantienen viva la pasión.
Lo cierto es que no tenemos que hacer una demostración en la calle como si fuéramos adolescentes, sino darle a estas manifestaciones de cariño, su lugar y su momento en nuestra cotidianeidad.
El beso apasionado no debe ser sólo la antesala de la relación sexual. No debe ser visto como un arma erótica, sino como una muestra de cariño y amor.
¿No ha sido el "beso" el primer gesto de ternura que hemos recibido al venir al mundo?
¿No has visto a una madre comerse a "besos" a su bebé?
El lugar y la hora, la pauta el propio deseo. Sin planes ni protocolo: date el lujo de besarlo "de los pies a la cabeza" !.
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