El calor del verano
Deja que mi sabor silvestre se haga calor en tu cuerpo, y mójate en mi continente con el fuego de tu deseo.
Da igual, el mar que nos bañe Mediterráneo o Atlántico, no dejes de extender las piernas que yo extenderé mis brazos.
No contengas tu lujuria ni en olor, ni sabor ni tacto, que la arena nos envuelva con las huellas que en ti marco.
Déjate arrastrar de nuevo y hazme esclava de tus besos, mientras mis muñecas envuelven el contorno de tu cuerpo.
Y si alguien nos vigila le pediremos al viento, que eche con delicadeza los visillos en su rostro.
Zíngara Conchi del Blanco
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