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General: EL MIEDO AL DESALIENTO,FELIZ SEMANA!!!!!!!!
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: mujervirtuosa8  (Mensaje original) Enviado: 08/06/2009 00:11

 

 

 

 

 

 

El miedo al desaliento

Por John Maxwell

La tormenta dentro de nosotros que puede provocar que nuestra actitud se estrelle es el miedo al desaliento.


Elías es uno de mis personajes favoritos de la Biblia. Nunca un hombre de Dios tuvo un momento de mayor alegría que el que tuvo en el Monte Carmelo. Persistencia, fe, poder, obediencia y oración efectiva caracterizaron a Elías cuando estaba frente a los adoradores de Baal. Pero esa victoria de 1 Reyes 18 fue seguida por el desaliento de 1 Reyes 19.

Su actitud cambió de persistencia delante de Dios a inculpamiento a Dios por sus problemas. El temor reemplazó a la fe.


El poder desapareció frente a la lástima, y la desobediencia reemplazó a la obediencia. ¡Cuán rápidamente cambian las cosas! ¿Le parece esto familiar? Lea 1 Reyes 19 y descubra cuatro pensamientos sobre el desaliento:
Primero, el desaliento lastima nuestra imagen.

Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres (v. 4).

El desaliento nos hace vernos menos de lo que somos. Esto llega a ser más grave cuando nos damos cuenta que no podemos actuar de una manera incongruente con la forma en que nos vemos a nosotros mismos.

Segundo, el desaliento nos hace evadir nuestras responsabilidades:

Y allí se metió en una cueva donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí Elías? (v. 9).

Los elías de la vida se forman en los montes carmelos, no en las cuevas. La fe nos hace ministrar. El temor nos trae solamente miseria.

Tercero, el desaliento nos hace culpar a otros por nuestros apuros:

El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida (v. 10).

Cuarto, el desaliento empaña los hechos:

«Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron» (v. 18).

De uno a siete mil. No hay duda: El desaliento había significado un número en este gran profeta. Y si eso sucede a los grandes hombres, ¿qué podemos pensar de nosotros? El desaliento es contagioso.

Tal vez hayan oído la historia del individuo que iba a saltar desde un puente. Un inteligente oficial de policía, lenta y metódicamente, fue hacia él, hablándole todo el tiempo. Cuando estuvo a pocas pulgadas del hombre, le dijo: «Nada puede ser lo suficientemente malo como para que te quites la vida. Cuéntamelo. Háblame acerca de eso». El que iba a saltar le contó cómo su esposa lo había abandonado, cómo su negocio se había ido a la bancarrota, cómo sus amigos lo habían dejado. Todo en la vida había perdido sentido. Por treinta minutos le contó la triste historia al oficial de policía. ¡Entonces ambos saltaron! Todos estamos sujetos a las corrientes de desaliento que pueden arrastrarnos hasta una zona peligrosa. Si conocemos las causas del desaliento, podemos evitarlo con más facilidad. El desaliento viene cuando nosotros:

1. Sentimos que la oportunidad de triunfar se ha ido. La prueba del carácter es ver qué es lo que le puede detener. Necesitamos el espíritu del muchacho de las ligas menores. Un hombre que se detuvo para ver un juego de béisbol de las ligas menores, preguntó a uno de los muchachos cuál era el marcador.
—Estamos menos de dieciocho a cero —fue la respuesta. —Bien —dijo el hombre—, quiero decirles que no se desanimen.

—¿Desanimarnos? —preguntó el muchacho—. ¿Por qué habríamos de desanimarnos? Todavía no hemos comenzado a batear.

2. Nos volvemos egoístas. Por lo general, las personas desalentadas piensan mucho en una sola cosa: en ellos mismos.

3. No tenemos éxito en nuestros intentos de hacer algo.

Un estudio conducido por la National Retail Dry Goods Association señala que los primeros intentos sin éxito llevan a casi la mitad de los vendedores a cierto fracaso. Ponga atención:

48 por ciento de los vendedores hacen una llamada y desisten.
25 por ciento de los vendedores hacen dos llamadas y desisten.
15 por ciento de todos los vendedores hacen tres llamadas y desisten.
12 por ciento de todos los vendedores insisten e insisten e insisten e insisten. Ellos hacen el 80 por ciento de todas las ventas.

Fui testigo de esto cuando pastoreaba la Faith Memorial Church de Lancaster, Ohio. Teníamos varias rutas de ómnibus y recogíamos cientos de personas para llevarlas a la iglesia el domingo. Cada ómnibus tenía un capitán que llamaba a los pasajeros regulares y a los potenciales el sábado anterior. Límites prefijados definían el área geográfica de cada ruta. Los capitanes no podían salirse de su «territorio» para tomar pasajeros nuevos.
Evelyn McFarland era una excelente capitán. Llevaba a más de cincuenta pasajeros cada domingo. ¿Cuál era su secreto? No aceptaba un «no» como respuesta. Todos los sábados llamaba a cada casa para asegurar otro pasajero más. Sus visitas están registradas en un diario. En una página había escrito: «He visitado esta casa más de noventa veces. Al fin dijeron: Sí». Evelyn entendía que no conquistamos por la inteligencia. Conquistamos
por la persistencia.

4. Carecemos de propósito y planificación.

Otra caraterística del desaliento es la inactividad. Rara vez ve usted a una persona desalentada corriendo y tratando de ayudar a otros. Cuando usted está desalentado tiende a apartarse. Muchas veces el desaliento viene luego de una victoria. Ese fue el caso de Elías. Tal vez necesitaba otro monte Carmelo para levantar su espíritu. Cuando carecemos de propósito carecemos de realización.

 

 

 

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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: MACBELU Enviado: 08/06/2009 09:48

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