Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Salmo 46: 1
La situación era difícil para uno de los miembros de mi iglesia. Su corazón estaba destrozado. La prueba había estremecido hasta los mismos cimientos de su fe. Habían secuestrado a uno de sus hijos, prominente abogado. El secuestro duró Varias semanas. Cada día de ausencia del hijo amado se convirtió en una horrenda pesadilla. Se pagó una suma considerable por su rescate. Sin embargo, los días pasaron y el joven no aparecía. De pronto, recibió una llamada telefónica que le dio la desgarradora noticia de que su hijo había sido asesinado por los secuestradores. Habían hallado su cuerpo en estado de descomposición, sepultado a escasos centímetros de la superficie de la tierra.
La visita pastoral que le hice a aquel hermano para consolarlo fue una de las más difíciles que recuerdo. Tan pronto tomé asiento en la sala de su casa, me dijo:
—Pastor, no me hable de Dios. Él no está con sus hijos durante la hora de la prueba. No sé dónde está. No siento su presencia.
¿Podemos experimentar la presencia de Dios en tiempos de necesidad? ¿Cuando la angustia golpea el corazón? ¿Cuando nace ese hijo enfermo? ¿Cuando el negocio fracasa? Dios nos habla hoy a través de su Palabra para que sepamos que siempre está de nuestra parte. Aunque seamos responsables en un ochenta por ciento de las dificultades que afrontamos, él no se cruza brazos ni nos dice: « ¡Te lo dije! Es culpa tuya. Lo que te ocurre solo es resultado de tus decisiones». Dios no es así. Está contigo, no contra ti.
¡Qué alentador es saber que Dios es nuestra fortaleza! La verdad que enseña el Salmo 46 es que Dios siempre está con nosotros. ¡Cuan diferente seria nuestra reacción ante el temor si de verdad supiéramos que Dios está con nosotros! Él es la fuente de esperanza y poder en la prueba. Nuestro constante ayudador.
Hay tres maneras en que Dios nos apoya. En primer lugar, es un refugio, un lugar de protección adonde podemos correr y en el que podemos hallar seguridad. En segundo lugar, es nuestra fortaleza; es poder para hoy, no consuelo para mañana. Dios da fortaleza ahora. Momento tras momento. Es fortaleza en el momento de necesidad. En tercer lugar, es nuestro ayudador, siempre disponible durante la prueba. No importa cuan sorprendente, difícil o inesperada sea, podemos experimentar la presencia del Señor. Está en el mismo bote que tú cuando viene la tempestad y las aguas rugen con furor.
Confía en Dios. Él es nuestro amparo y fortaleza.