Queridas amigas comparto esta carta de agradecimiento a todo el pueblo de Tucumán
que valiente mente defendió nuestro valores cristianos y sobre todo
el Derecho de todos los Derechos,
EL DERECHO A LA VIDA DESDE LA CONCEPCION
12 de Octubre de 2009
CARTA ABIERTA SOBRE EL ENCUENTRO NACIONAL DE
MUJERES
Hoy
terminó el 24° Encuentro Nacional de Mujeres. Siento una profunda alegría por
la evidente victoria de la cultura de la vida sobre la de la muerte ya que hubo
una apabullante presencia (en las escuelas y en la calle) de los pro-vida,
nunca vista en anteriores Encuentros.
En
primer lugar, quiero agradecer a Dios y a Nuestra Madre, la Inmaculada Virgen
María, por haber venido en nuestro auxilio, habernos sostenido con su gracia,
dándonos fortaleza para vencer el natural miedo y por haber iluminado con las
luces del Espíritu nuestra inteligencia a fin de poder anunciar la verdad.
Quiero, asimismo, agradecer de corazón al Señor Arzobispo de esta
diócesis, nuestro querido Monseñor Luis Villalba por habernos convocado a
anunciar el evangelio de la vida y la familia, por habernos acompañado y guiado durante
los meses de preparación, por haber velado con tanto cariño, prudencia y
responsabilidad (como buen pastor) por la porción del rebaño que le fue
confiada. Gracias por su esclarecedora y profunda homilía del 24 de septiembre,
gracias por celebrar la misa de apertura del Encuentro en el Colegio de La Merced, gracias por
apoyarnos en la defensa del orden querido por Dios.
Gracias
a los sacerdotes que integraron la comisión ad
hoc formada por el Obispo, al vicario Pbro Carlos Sánchez y al Rp Marcelo Barrionuevo
sin cuya guía y ayuda no habríamos llegado a buen puerto. Gracias a todos los
sacerdotes de Tucumán que hicieron rezar en sus comunidades por el desarrollo
en paz del Encuentro y que impulsaron la participación de los laicos en el
mismo. Gracias a los sacerdotes, religiosas y laicos que vinieron a apoyarnos
con tanto sacrificio, desde otras diócesis. Gracias a todas mis compañeras de
la comisión organizadora por el trabajo realizado desde diciembre y en
particular en los intensos días previos al Encuentro. Gracias a nuestras
familias por apoyarnos y acompañarnos, gracias por disculpar que en algunos
casos, los hayamos postergado.
Gracias a la Madre Amelia
y a la comunidad del colegio La
Merced por acogernos en su casa con tanta amabilidad y
facilitarnos todo lo que estuvo a su alcance. Gracias a todo el personal.
Gracias a la Dra.
Chinda Brandolino, incansable mensajera del Evangelio de la Vida, que nos acompañó antes
y durante el Encuentro asesorándonos con tanta prudencia y poniendo su
sabiduría a nuestro servicio.
Gracias al intendente Amaya, al
Secretario de seguridad de la provincia, gracias al comisario.Gracias a las
escribanas, gracias a la policía, …
¡Gracias!: a todas las mujeres que participaron
en los talleres, a los panelistas de los cursos de formación, a quienes nos
prestaron sus colegios para dictarlos, a quienes donaron dinero y comida.
Gracias a todos los que difundieron la realización del Encuentro motivando a
participar. Gracias a Cáritas por asumir la responsabilidad de la alimentación
de los talleristas (especialmente gracias a Javier Paz Posse,
su presidente, y a su familia); gracias a quienes prepararon y sirvieron los
desayunos en los alojamientos, gracias a quienes cocinaron, gracias a los
diseñadores de carteles y gigantografías, a quienes consiguieron los espacios
municipales, a quienes los costearon. Gracias a quienes facilitaron los ómnibus
para traslados de delegaciones y para que circularan con afiches pro-vida.
Gracias a todos los hombres (adolescentes, jóvenes y adultos) que nos
trasladaron a las escuelas, nos protegieron, nos acompañaron, nos sirvieron la
comida, nos cuidaron en los templos. Gracias a quienes pegaron carteles
pro-vida. Gracias a los equipos de espiritualidad y liturgia que prepararon las
misas, gracias a todos los servidores; gracias a los que rezaron y nos
sostuvieron con su oración. Gracias a los que cuidaron de nuestras familias
para que pudiéramos estar. Gracias a las hermanas adoratrices y josefinas que
alojaron a las religiosas. Gracias a quienes ofrecieron sus casas para
hospedar. Gracias a quienes hicieron las compras. Gracias a quienes hicieron
tareas de secretaría, inscripción, acreditación, tarjetas de identificación y
afiches informativos. Gracias a quienes confeccionaron paciente y prolijamente
miles de “detentes” que sirvieron de escudo frente a las acechanzas del
demonio.
Gracias a los que se ocuparon del audio.
Gracias a los medios de prensa y comunicadores sociales que reflejaron la
verdad sobre lo sucedido. Gracias a todos los que no menciono en esta lista
interminable porque colaboraron desde el anonimato, sin figurar. “El Padre
Celestial que ve en lo secreto los recompensará”.
El
Encuentro Nacional de Mujeres sirvió para que, al igual que las primeras
comunidades cristianas, pusiéramos en común nuestros bienes materiales y
espirituales, para que fructificaran los talentos personales y se potenciaran al
ser compartidos.
El
Encuentro Nacional de Mujeres de Tucumán fue una muestra más de que Cristo está
vivo, ha vencido y reina. María, la Celestial protectora de nuestra patria recibió
muestras de veneración de sus hijos por ser la Madre amada por todos y cada uno aunque bajo
diversas advocaciones. Tucumán es una provincia mariana. Hacia Ellos subieron
incontables padrenuestros y avemarías de modo ininterrumpido, rezados a viva
voz, durante largas tres horas procurando que la alabanza y la reparación superaran
las blasfemias que proferían mujeres violentas y groseras, cuyos gritos y
conductas nos hacían sentir la presencia del demonio. Porque si alguien tenía
dudas sobre su existencia, ahora ya no.
“Donde
abundó el pecado, sobreabundó la gracia” dice San Pablo y estamos seguros de
que el mal se ahoga con sobreabundancia de bien, cuando somos fieles y humildes
instrumentos en las manos del Señor, cuando nos abandonamos en Él diciendo:
“Jesús, en Vos confío”.
¿Qué aspectos positivos o frutos buenos deja el
Encuentro? Por una parte, podemos afirmar que la realización del mismo en
nuestra provincia fue motivo para que muchas personas asistieran a cursos de
formación o buscaran los medios de profundizar sus conocimientos a fin de poder
argumentar con sólidos fundamentos. Se despertó la inquietud por ahondar en la
verdad. La participación de las mujeres católicas en los talleres evidenció en
este sentido, muy alto nivel.
Por
otra parte, el Encuentro sirvió para fortalecer la unidad de la Iglesia ya que miembros de
los más diversos movimientos y asociaciones se conocieron y llegaron a
organizar actividades conjuntas en pos de un mismo ideal. Se ha conformado así
una verdadera y extensa red de lazos y contactos. Los jóvenes fueron los
primeros en dar el ejemplo. ¡Son tan entusiastas, comprometidos, valientes y
serviciales que mi corazón se llenó de esperanza contemplándolos trabajar por
la vida!.
Creo
que cada uno de los que hemos participado podemos afirmar que el Encuentro nos
ha fortalecido y reafirmado en nuestras convicciones. Además, nos ha
despabilado y sacudido haciéndonos ver la realidad de nuestro país, los
intereses que se mueven detrás de leyes que se promulgan, los avances de la
agenda feminista en los últimos años. El Encuentro nos obligó a salir del
pequeño mundo en el que nos movemos, amplió el horizonte, cambió la mirada,
permitió ver lo que antes parecía una “exageración” de católicas
fundamentalistas (por eso, las que asisten a un encuentro de mujeres, dicen
siempre que “hay un antes y un después de participar en él
(Continua la 2º parte)