Carta abierta parte 2º
esta es toda la verdad que los medios no dieron a conocer.
A quienes llevaron sus cámaras, les pido
encarecidamente que no difundan videos ni fotografías en los que se vea el
rostro de las personas que fueron violadas en su pudor y honor en forma pública
y sostenida. Siento indignación de que el operativo de seguridad haya sido
insuficiente porque quienes venían dañando la propiedad privada, arrojando
objetos de diversa índole desde la iglesia de Lourdes, siguieron haciéndolo en
San Francisco y en la
Catedral. ¿Por qué no podía detenerse a cada mujer agresora?,
¿por qué exponer a cada uno de los miembros de la policía (mujeres y hombres) y
a los adolescentes, jóvenes, hombres y mujeres del pueblo a sufrir los abusos
que se cometieron contra ellos sin tomar medidas? Creo que muchos atropellos
pudieron evitarse pues no fueron una sorpresa. Estaba anunciado y documentado
en fotos y videos de público conocimiento lo que había ocurrido en anteriores
encuentros de mujeres. Sucedió una vez más y fue más largo, más agresivo y
reiterado (en tres iglesias en vez de sólo en una).
Quiero
que sepan que me duelen profundamente la humillación y la vergüenza que
sintieron cada uno de los hombres y mujeres que fueron obscenamente
“manoseados” y golpeados por estas intolerantes mujeres. No pensé que llegarían
a tanto. Ni siquiera las mujeres policías atropelladas en su pudor sabían que
tendrían que sufrir semejante ataque. No tenían escudo, no podían defenderse ni
reprimir. Fueron víctimas de la violencia infligida por mujeres. ¡Y pensar que en los talleres constantemente
mencionaban la violencia contra la mujer ejercida por los hombres!!!.
Les doy gracias por su fortaleza al resistir el ataque con tanta
mansedumbre. Quisiera rendirles un merecido homenaje con nombre y apellido por
defender nuestro pueblo, nuestros templos, nuestros principios, nuestra cultura
occidental y cristiana.
A todos y cada uno de los que recibieron escupitajos, golpes en su
cuerpo, en sus afectos, en su honor y en su alma les animo a ofrecerlos en
reparación por tantas ofensas cometidas contra el Corazón de Jesús y María y
les pido que consideren que nunca han estado más identificados con Jesús en
su flagelación y pasión, nunca han sido
más parecidos a Él. Ruego al Señor cure las heridas y con su Omnipotencia los
libre de resentimientos y odios, dándoles un corazón misericordioso semejante
al Suyo. No sólo hubo otros Cristos en los talleres y en la defensa de los
templos. También hubo otras “Verónicas”, compasivas, valientes, que se abrían
paso en medio de los ataques y limpiaban con agua bendita el rostro escupido de
unos jóvenes.
El Encuentro fue motivo para que intensificáramos la oración y la
mortificación. Muchos rezamos más y mejor. El Santísimo recibió más adoración, la Virgen, más veneración.
De nuestros labios brotaron no sólo súplicas al Señor sino también
cánticos de acción de gracias por el don de la vida, por la familia, por la gracia,
por el don de la fe que nos han sido regalados.
De nuestro corazón nacieron sentimientos misericordiosos al contemplar
tanto error, tanta amargura, tanta violencia, tanto rencor, tanto sin sentido
de vivir, tantas tinieblas.
Pasó el Encuentro. El país continúa su rumbo. Leyes como la de educación
sexual empiezan a aplicarse. No podemos dormir. Que el compromiso con la cultura
de la vida sea ahora más fuerte y se manifieste en un trabajo serio, sostenido,
perseverante, por instaurar el Evangelio de la vida y la familia, defendiendo
principios no negociables como la dignidad de la persona humana desde la
concepción hasta su muerte natural, el matrimonio heterosexual como fundamento
de la familia,
los derechos primarios de los padres a elegir el tipo de educación para sus
hijos, la libertad de conciencia…Hemos comprobado que quienes promueven la
despenalización del aborto y la legalización del mismo están dispuestas a todo
para conseguirlo. Van a luchar en la calle y en las cámaras para lograrlo. ¿Y
nosotros? ¿Qué vamos a hacer? El futuro está en nuestras manos.
Susana
Terán de Méndez
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