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MI CIELO EN LA TIERRA
1.- Es tu imagen inefable astro que guía mis
pasos. Tu dulce rostro, Jesús, bien lo sabes, es en la tierra mi
cielo.
Mi amor descubre el encanto de tu rostro embellecido de
llanto. Y a través de mis lágrimas yo sonrío contemplando tus
dolores.
2.- Quiero, para consolarte, vivir ignorada y sola aquí en
la tierra. Tu hermosura, que tan bien sabes velar, me descubre todo
su inmenso misterio, y a ti quisiera volar.
3.- Tu faz es mi sola
patria, ella es mi reino de amor, es mi riente pradera y mi sol de cada
día.
Ella es el lirio del
valle, cuyo aroma misterioso a mi alma desterrada en su destierro
consuela, dándole a gustar la paz de los cielos.
4.- Es mi descanso
y dulzura y mi lira melodiosa... Es tu rostro, ¡oh mi dulce
Salvador!, el ramillete divino de mirra, que guardar quiero prendido
sobre mi pecho.
5.- Es tu faz mi única y sola riqueza, ninguna
otra cosa pido. En ella, escondida siempre, a ti me pareceré. Deja en
mí, Jesús, la huella de tus dulcísimos rasgos, y muy pronto seré
santa, y hacia ti los corazones atraeré.
6.- A fin de poder
juntar abundante mies dorada, con tu fuego quémame. No tardes, Amado
mío, en darme tu eterno beso. ¡Con tus labios bésame!
12 de agosto de 1895
Santa Teresa de Lisieux
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