Viernes, 1 de enero de 2010
El Dios silencioso
Léase el Salmo 121.1-8
Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, Dios, el alma mía.
-– Salmo 42.1 (RVR)
UN día, mientras realizaba mi acostumbrada caminata por el bosque, me encontré a 30 pies de distancia de un ciervo que se deleitaba comiendo algunas plantas. Me soprendió su aparición repentina. Este ciervo no se atemorizó conmigo. Comió silenciosamente y gentilmente continuó su camino. Me conmovió profundamente la belleza y la serenidad del ciervo. Su aparición inesperada me hizo comprender que Dios siempre está cerca, velando por mí.
Cuando la ansiedad, el miedo y la duda entran en mi corazón y mi mente, a veces me olvido del poder de Dios. No me siento segura de conocer la voluntad de Dios para mí, y me confundo cuando me parece que Dios no está respondiendo a mis oraciones. Entonces, hago una pausa para considerar que, como Romanos 8.28 dice, Dios está obrando, moviendo, dando forma y usando todo en nuestras vidas para nuestro bien último, y mi perspectiva cambia. Comprendo que Dios ni está atado por mi incapacidad para ver y confiar, ni está atemorizado por mi duda, mi temor y mis faltas. En cambio, en silencio, Dios me invita a acercarme; allí es dónde Dios quiere que esté.
Sra. Randi Pérez-Helm (Michigan, EUA)
Oración:
Amado Padre, despierta nuestros sentidos para reconocer tu presencia dondequiera que vayamos hoy. Amén.
PENSAMIENTO PARA EL DÍA
¿Dónde se ha aparecido Dios en silencio en mi vida?
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OREMOS:
Por quienes se ejercitan caminando.