Martes, 5 de enero de 2010
Enojo sin pecado
Léase Santiago 1.19-21
Si se enojan, no pequen; que el enojo no les dure todo el día.
-– Efesios 4.26 (VPEE)
HACE algunos años me asaltaron la noche antes de Navidad. Los ladrones no obtuvieron mucho de sus esfuerzos y no me agredieron. De hecho, Dios pareció estar velando por mí en todo momento. Pero reviví la experiencia en mi mente una y otra vez. Este incidente me afectó repetidamente porque sentía rabia. Cuatro jóvenes me empujaron contra el piso a mis 68 años, y huyeron con una billetera que tenía sólo un dólar. Al recordar obsesivamente el incidente, le estaba permitiendo a esos ladrones robar mi paz y mi corazón perdonador.
No fue hasta que oré por esos jóvenes (cuyos actos los puden llevar a prisión) que pude dejar mi enojo. Al fin pude dar gracias a Dios por su protección y su guía, para ellos y para mí.
La Escritura nos ofrece un consejo sobre los problemas que la ira puede crear. La Carta a los Efesios nos recuerda que el enojo nos puede llevar al pecado. La meta de la vida es amar incluso a quienes consideramos nuestros enemigos. El enojo prolongado puede dirigirnos a acciones que más tarde lamentemos. Pero Dios nos puede librar del enojo y sanarnos.
Sr. Richard E. Woodard (Washington D.C., EUA)
Oración:
Oh Señor, hay mucho en el mundo por lo cual estar preocupado. Ayúdame a transformar mi enojo en acciones constructivas que establezcan la justicia y sanen las heridas. Amén.
PENSAMIENTO PARA EL DÍA
El albergar ira puede envenenar nuestras vidas.
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OREMOS:
Por las víctimas de crímenes.