Aguas Profundas
No me cubra la corriente de las aguas, ni me trague el abismo. . . . Salmo 69:15.
A los que construyen los vehículos deportivos de uso práctico (SUV en inglés) les gusta mostrarnos sus productos en situaciones inconcebibles: sobre un alto despeñadero adonde parece que no puede ir camioneta alguna; o en un pantano tan imposible de pasar que se necesitaría un aerodeslizador para negociarlo. Se supone que creamos que estos vehículos son invencibles.
Por eso me pareció que había un humor no intencionado en la renuncia de responsabilidad que hizo un anuncio reciente de uno de esos vehículos con tracción en las cuatro ruedas. Una foto mostraba el vehículo hundido en agua hasta las luces principales mientras avanzaba por un río presagioso. El anuncio decía: «Pasar por aguas profundas puede causar daño, lo cual anula la garantía del vehículo.»
Las aguas profundas son un problema no sólo para los autos, sino también para nosotros. A medida que viajamos por los caminos de la vida, a menudo nos encontramos rodeados de mares de aflicción o de olas de relaciones rotas que nos golpean. Necesitamos ayuda.
Los salmistas hablaron de esa ayuda necesaria. Dijeron que Dios es «baluarte en tiempos de angustia» (9:9), y que «en el día de la angustia . . . sobre una roca me pondrá en alto» (27:5). Aquí no hay renuncia de responsabilidad. Pasar por aguas profundas no va a afectar nuestra garantía espiritual. Dios siempre va a estar presente para garantizar su apoyo.
¿Estás pasando por aguas profundas? Agárrate de la mano de misericordia de Dios.
CUANDO LOS PROBLEMAS TE SOBRECOJAN, DEJA QUE DIOS SE HAGA CARGO.