Rechazo
Mi reino no es de este mundo (Juan 18: 36).
POR LAS IDEAS PRECONCEBIDAS QUE LOS RABINOS tenían, y que habían inculcado en la mente de la gente sobre el origen y la persona del Mesías, los dirigentes y el pueblo en general rechazaron a Jesús como tal. Esto complicó las cosas, ya que a causa del rechazo del Mesías, el reino de Dios no pudo consumarse. Había venido y se había inaugurado con su presencia, pero no hubo consumación.
Después, los escribas usaron el argumento de que, puesto que Jesús no había establecido el reino de Dios, era un impostor más que debía ser despreciado, y sus seguidores aniquilados. Hasta el día de hoy, los judíos argumentan que Jesús no pudo ser el Mesías porque no estableció el reino de Dios. Si hubiera sido, dicen, hubiese cumplido las profecías del establecimiento de una nueva era.
Cuando yo estudiaba en la Universidad Andrews, en Estados Unidos, en una ocasión invitaron a un rabino judío a dar una conferencia sobre el judaísmo contemporáneo. En las asambleas generales del seminario se invitaban a conferenciantes de otras confesiones religiosas a compartir temas diversos. Después de las exposiciones, se abría un espacio para que los asistentes hicieran preguntas sobre el tema tratado. Se suponía que, en tales ocasiones, como acto de cortesía, no se hicieran preguntas que colocaran a los expositores en situaciones embarazosas. Cuando el rabino terminó su conferencia, un estudiante ingenuo le lanzó la pregunta directa: «¿Por qué los judíos no aceptan a Jesús como el Mesías?» El rabino tragó en seco, se acarició su abundante barba, y, en forma titubeante, dijo: «Sin la intención de ofender a nadie, voy a decir lo que los judíos creemos. Jesús no pudo ser el Mesías porque no estableció la nueva era esperada».
La verdad es que la consumación del reino de Dios no se realizó porque Jesús no fuese el Mesías, sino porque rehusaron creer en él a pesar de las evidencias que Dios dio mediante de su vida y obras milagrosas.
Llamado a una reforma
¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro? (Mateo 11: 3).
ESTOS DOS ASPECTOS, PRESENTE Y FUTURO del reino de Dios, resultaban muy problemáticos para los judíos que habían sido educados en la idea de que el reino de Dios se establecería en ocasión de la venida del Mesías.
Ellos dividían la historia en dos partes: La era «actual» y la era «venidera». El centro de ambas eras lo constituía la venida del Mesías. Desde la creación hasta sus días, corría la era «actual»; luego vendría el Mesías que establecería una nueva era, que constituía la era «venidera»
Cuando Jesús vino y dio a entender que era el Mesías prometido, la gente esperaba lógicamente que estableciera el reino de Dios. Las declaraciones de Jesús de que el reino ya había llegado, levantó las expectativas de la gente, que deseaba el establecimiento material y visible del reino de Dios. Muchos pensaron que Cristo lo llevaría a cabo. Eran como Juan el Bautista, que mientras estaba en la cárcel, tuvo dudas y mandó preguntar a Jesús si él establecería rápidamente el reino de Dios. Su predicación sobre que el reino estaba cerca, también implicaba una condición: el reino de Dios se establecería de acuerdo a las expectativas derivadas de las promesas proféticas del Antiguo Testamento, "si antes había una reforma espiritual". Antes de que el reino final fuera establecido, eran necesarios un arrepentimiento, una conversión y una reforma espiritual, que involucraba la aceptación del mensaje de Juan, primero, y de Jesús, después.
«Los judíos esperaban al Mesías; pero él no vino como ellos habían predicho que vendría, y si se le aceptaba como el que había sido prometido, sus sabios maestros se verían obligados a reconocer que habían errado. Estos dirigentes se habían separado de Dios; y Satanás obró en su mente para inducirles a rechazar al Salvador» (Joyas de los testimonios, t. 2, p. 316, 317).
Que Dios te bendiga,
Noviembre, 12 2010