El reino futuro
Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin (Mateo 24: 14).
LOS PRIMEROS PREDICADORES DEL EVANGELIO tuvieron que confrontar el argumento judío de que Jesús no podía ser el Mesías porque no había establecido el reino de Dios. El asunto del reino era el tema más importante y más controvertido entre los primeros discípulos. No fue inútil el tiempo que Jesús pasó con sus discípulos, después de su resurrección, para instruirlos sobre este asunto crucial. Les enseñó cómo debían entenderse ahora las profecías mesiánicas. Se nos dice que: «Durante cuarenta días se les apareció y les habló acerca del reino de Dios» (Hech. 1: 3). Decíamos que el esquema judío para entender la historia del mundo estaba dividido en dos grandes eras: La era «actual», que empezó en la creación y duraría hasta la venida del Mesías; y la era «venidera», que sería la del establecimiento final del reino, y duraría para siempre. Según la predicación cristiana, el Mesías había venido; pero de acuerdo a las expectativas judías, si era cierto, debió haberse establecido su reino. Sin embargo, en vez de eso, Jesús comisionó a sus discípulos a que predicaran el evangelio en todo el mundo, partiendo de Jerusalén; y cuando este evangelio se terminara de predicar, entonces regresaría a establecer el reino pendiente. Esto no era lo que los judíos esperaban. Pero la predicación cristiana informa que por no haber aceptado a Jesús como el Mesías, ni haber cumplido su misión de preparar al mundo para su venida, Dios ahora ha escogido un nuevo pueblo y ha hecho un nuevo pacto, a fin de lograr lo que los judíos no habían conseguido. Esto implica cierta demora de los planes originales de Dios, pero dichos planes se cumplirán finalmente.
Predicación apostólica del reino
Durante dos años completos permaneció Pablo en la casa que tenía alquilada, y recibía a todos los que iban a verlo. Y predicaba el reino de Dios y enseñaba acerca del Señor Jesucristo sin impedimento y sin temor alguno (Hechos 28: 30, 31).
LA PREDICACIÓN CRISTIANA ORIGINAL ponía un gran énfasis en el reino de Dios. Era necesario que la gente entendiera correctamente cómo las profecías del Antiguo Testamento, en relación con la venida del Mesías, se habían cumplido en la persona de Jesús de Nazaret. Que era el Mesías enviado de Dios, y que, por lo tanto, el reino de Dios había venido al mundo, había sido introducido e inaugurado, y que pronto volvería para llevarlo a su consumación final. Esta era la pasión de los primeros predicadores del evangelio. De Felipe, el evangelista, se dice: «Pero cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba las buenas nuevas del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, tanto hombres como mujeres se bautizaron» (Hech. 8: 12). Era el tema favorito de Pablo, pues se dice: «Pablo entró en la sinagoga y habló allí con toda valentía durante tres meses. Discutía acerca del reino de Dios, tratando de convencerlos» (Hech. 19: 8). Cuando se despidió de los hermanos de Éfeso, les recordó cuál había sido el tema de su predicación: «Escuchen, yo sé que ninguno de ustedes, entre quienes he andado predicando el reino de Dios, volverá a verme» (Hech. 20: 25). Cuando Pablo fue como prisionero a Roma, allí se reunió con los judíos para hablarles de este tema: «Señalaron un día para reunirse con Pablo, y acudieron en mayor número a la casa donde estaba alojado. Desde la mañana hasta la tarde estuvo explicándoles y testificándoles acerca del reino de Dios y tratando de convencerlos respecto a Jesús, partiendo de la ley de Moisés y de los profetas» (Hech. 28: 23). Para meditar: «Su reino no vendrá hasta que las buenas nuevas de su gracia se hayan proclamado a toda la tierra. De ahí que, al entregarnos a Dios y ganar a otras almas para él, apresuramos la venida de su reino» (El discurso maestro de Jesucristo, p. 93).
Que Dios te bendiga,
Noviembre, 15 2010
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