De la misma manera que pides una bendición para tus alimentos antes de comer, también sería una buena regla que pidieras una bendición para la palabra, antes de que participes de su alimento celestial. Pide al Señor que fortalezca tus ojos antes de que te atrevas a mirar la luz eterna de la Escritura. Así como los sacerdotes se lavaban sus pies en la fuente de bronce antes de dedicarse a su trabajo santo, así también sería bueno lavarse los ojos del alma con los que ves la Palabra de Dios, y también lavarse los dedos, si puedo expresarlo así (los dedos de la mente con los que pasas las páginas) para que puedas tratar de manera santa a un libro santo. Di a tu alma: "Alma mía, despierta: no estás a punto de leer un periódico; no estás pasando las páginas escritas por un poeta humano para que seas deleitado por su brillante poesía; te estás acercando a Dios, que se sienta en la Palabra al igual que un coronado monarca lo hace en sus salones. Spurgeon