Parte 33
Sentí nuevamente esa sensación de que se me hacía chiquito el mar para hacer un buche de agua, porque pensaba, que con la preparación que ya tenía, había adquirido el conocimiento necesario para triunfar en la vida por mi propia cuenta, así las cosas, que me voy a la ciudad de México D.F. para traer materiales de serigrafía y echar a andar mi plan de "te quiero", emulando esa frase con la que hizo famosa y rica a la persona a la que se le ocurrió, dicha frase era "amor es", ¿ alguna vez la han escuchado?, bueno, que llego y que me pongo como loco a sacar diseños y frases con el lema de "te quiero". y que empiezo a imprimir dichos diseños en calcomanías tipo metálicas color oro y plata; que las embolso de una en una, que las coloco en un cartoncito previamente serigrafiado con la información correspondiente, y a recorrer esas calles de Dios, tienda por tienda, y como los propietarios de ellas todos me conocían, no se me hizo difícil que adquirieran mi superrecontraarchinovedoso producto, y me iba tan bien, que me levantaba hasta mil pesotes diarios de venta, eso fue como en un mes, tiempo que me llevé para recorrer todas las tiendas de Xalapa a pié, y cuando las volví a visitar para resurtirles, que me llevo el chasco de mi vida al constatar que ese producto sin comparación en el mercado, ¡ no se había vendido gran cosa !, oh desilusión, ese no era el camino, entonces me vi en la imperiosa necesidad, al terminarse el dinero, de aceptar una proposición de mi compadre Manuel para que le trabajara la serigrafía y que me pagaría por lo que haría, esta situación no duró mucho tiempo, y por esas fechas, mi hermano Juan puso una fabriquita de galletas rellenas, en forma de abanico aprovechando una receta de la familia de su esposa Mary Carmen, y así las cosas me pidió ayudarle en la apertura de rutas para vender sus galletas, y cuando acordamos que me daría un tanto por ciento de las ventas logradas, me puse a vender y a armarle las rutas con todos los elementos necesarios requeridos.
Para surtir los clientes que iba afiliando en la venta de la galleta, lo hacía en un cochecito propiedad de mi hermano, con el conocimiento de que en algunas ocasiones el me acompañaría para ver la forma en que se trabajaba para aprender y posteriormente él hacerse cargo de las ventas.
Empecé a trabajar fuerte y duro, por lo que la producción que mi hermano ya tenía dispuesta para su colocación y venta en el mercado no me duró mucho tiempo, pues con la experiencia adquirida en Bimbo, no fue nada difícil hacerlo, y pronto, los alcancé en sus tiempos de producción y los comencé a rebasar, por lo que mi hermano tuvo que contratar más personal para aumentar la producción de acuerdo a mi capacidad de venta. Al cabo de poco tiempo en el que mi hermano se preparaba para tomar las riendas en la venta de su producto, se declaró listo para hacerlo, por lo que yo le di las gracias, y, hasta luego.
Casi en forma inmediata, una persona a la cual alguien le había hablado de mi, me pidió ayuda para hacer lo mismo que había hecho con mi hermano Juan, sólo que con un producto completamente diferente, este producto eran tortillas de harina denominadas "La Norteña", platicamos y convenimos en mi comisión por ventas y "órale", a darle de nuevo duro y tupido, y nuevamente se presentó la misma situación que pasé con mi hermano, pues la producción que la maquinita sacaba, pronto fue insuficiente para producir lo que yo necesitaba, y al ver el éxito que yo tenía en las ventas de su producto, más o menos al mes, los dueños me quisieron bajar la comisión, a lo que no acepté y les di las gracias por el tiempo que me habían permitido trabajar con ellos.
Inmediatamente, por no decir que antes, me puse a buscar un nuevo empleo, cuando menos de medio tiempo para solventar las necesidades mas apremiantes de mi familia, incluyendo a mi tercer hijo, pues para esas fechas ya había nacido Belencita, y al ver ese cuerpecito peloncito y rosadito casi rallando en lo blanco como la nieve, nuevamente me dio el impulso que necesitaba para dejar de soñar y empezar a reorganizar mi vida adecuadamente para dejar de hacer tonterías y me propusiera lograr algo duradero.
Entonces me hice el aparecido en el Departamento Audiovisual de Enseñanza Media en donde trabajaba mi hermano Crispín y cuyo jefe era mi amigo y compadre Manuel, y la Lic. Edith Vázquez como la directora de ese dpto.
Que me presenta mi hermano con ella, y al escucharme hablar, me propuso poner mi voz para grabar las narraciones que se necesitaban en los audiovisuales y que por eso me iba a pagar quinientos pesos por cada grabación que hiciera, y yo le dije que iba a pensarlo, a ver si podía yo hacer un tiempito en mis múltiples ocupaciones para complacerla, ¡ si chucha como no ! inmediatamente la dije que si, y manos a la obra, empecé a prepararme para darle el matiz, la secuencia y la modulación adecuada a mi voz para hacer un buen trabajo, en ese tiempo ya mi hermano Mario también estaba trabajando ahí con la ayuda de Crispín, lo que me ayudó muchísimo para que con el tiempo, la maestra Edith, como le llamábamos, moviera sus influencias y logró que se me diera una gratificación quincenal de quinientos pesos con o sin grabación de por medio, después mi hermano Crispín habló con el jefe de personal de la DGEM, y aceptó darme un puesto ya de planta en el Dpto. como dibujante y de lo que se necesitara, así, me quedé a trabajar tiempo completo en Audiovisual, gracias a Dios.
Estuve laborando ahí un buen tiempo, teniendo grandes satisfacciones y algunos problemitas con mi jefe inmediato superior, porque en lugar de ganarse la autoridad que reclamaba, la quería imponer, y yo no estaba dispuesto a que nadie pisara mi dignidad, por lo que muchas veces seguía el ejemplo de mi jefecillo y como el acostumbraba salir a tomar café junto con mi compadre Manuel en un lugar llamado Terraza Jardín, a mi también se me hizo fácil hacer lo mismo, y lo hice, y eso me acarreó múltiples problemillas con él pero que yo no tomaba muy en cuenta, porque cuando me quería llamar la atención, le decía que estaba siguiendo el ejemplo de mi jefazo. Todo esto tuvo su raíz a partir de qué, cuando estaba yo cobrando por grabación, este jefecito y otro compañerito de él, aparentemente me quisieron ayudar y me propusieron que pusiéramos en sociedad un tallercito de serigrafía a lo cual accedí porque creí en las buenas intenciones de ellos, para esto mis hermanos Mario y Crispín también quedaron dentro de la sociedad.