“Pero había entre ellos unos varones de Chipre y de Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquia, hablaron también a los griegos, anunciando el Evangelio del Señor Jesús. Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor”. Hechos 11: 20- "
No se nos dicen los nombres de estos varones de Chipre y de Cirene. Pero sin duda habían recibido a Cristo en sus vidas, no podían callar lo que habían recibido, y la paz que habían recibido de Dios. Cuando alguien se encuentra con Jesucristo sinceramente, la paz y el gozo se apoderan de su vida sin que se dé cuenta, hasta que de pronto, el que vivía angustiado se encuentra cantando, el que vivía presionado, manifiesta una paz inexplicable e imposible de comprender.
Estos hombres no eran egoístas, habían comprendido el mensaje del Señor, no solamente para su salvación, sino también habían recibido el desafío de servir a Aquel que los había salvado. Ellos llegaron a una región sumamente idólatra como era Antioquia y le hablaron a los griegos, que como siempre, estaban dispuestos a discutir en cada esquina, sobre cualquier tema del cual tuviesen intrigas. Ellos entregaron el mensaje fiel, no dieron vueltas, no adornaron el mensaje, ni lo hicieron más suave.
Una de las grandes tentaciones de nuestro tiempo es “adornar el mensaje”, como si el mensaje de Dios precisara ser adornado. Por ello es que escuchamos mensajes dulces al oído del escucha, pero que esconden el pecado, el arrepentimiento, el infierno, mutilando el mensaje de Dios. Cada vez que Dios le habla al hombre, lo hace para darle una promesa, para enderezar su camino, para prevenirlo sobre algo, para que sepa cual será el fin de su conducta, cual es la bendición que le espera por su obediencia.
Estos nuevos creyentes fueron fieles, y hablaron de Cristo por cada lugar donde fueron, y entonces la mano del Señor estaba con ellos, el mensaje del Señor llegaba con Poder. Cuando Dios estaba con ellos, las almas creían y se convertían al Señor. ¿Qué nos pasa hoy?, ¿por qué la gente no cree hoy de la misma manera en las iglesias?. El poder de Dios no ha variado, sigue siendo el mismo.
¡Señor ayúdame para serte fiel, de tal modo que tú puedas usarme para la salvación de muchas almas!