Trazabilidad para el control alimentario
Este
sistema permite conocer todos los pasos que sigue un alimento desde su
producción hasta que llega al consumidor
Cualquier alimento, antes de ocupar las estanterías de las tiendas y
las cocinas domésticas, sigue un largo y complejo recorrido. Durante
este proceso, se registran todos los pasos para que, si se detecta un
riesgo alimentario, se pueda seguir el rastro e identificar qué ha
ocasionado el problema. El objetivo es triple: los productores quieren
aumentar la seguridad, el consumidor pretende una mayor confianza hacia
los alimentos y la gestión de riesgos ha de ser más fácil.
La trazabilidad es una herramienta fundamental en el complejo proceso
de control de los productos. Este sistema sigue su rastro para que el
consumidor, que ocupa el final de la cadena alimentaria, tenga garantías
de seguridad e información suficiente sobre todos los alimentos que
come. Su objetivo es localizar, de forma eficiente y rápida, los lotes
de alimentos sospechosos que puedan comportar un riesgo para la salud.
La base de datos que se consigue con el sistema de trazabilidad es el
registro de todos los movimientos de los alimentos.
Además del precio y de la información nutricional, el consumidor
valora cómo se han criado los animales, qué alimentación han recibido y
qué pasos ha seguido la carne después. De aplicación obligatoria en los
países de la Unión Europea desde enero de 2005, la trazabilidad es,
junto con el sistema de Análisis de Peligros y Puntos de Control
Críticos (APPCC) y de autocontrol, un instrumento de gestión útil para
la seguridad. En él se identifican el producto y sus materias primas, la
manera en que se ha manipulado, el lugar de dónde procede y hacia dónde
se dirige, así como los controles a los que se ha sometido.
Alimentos trazados
El sistema de trazabilidad se convirtió en un procedimiento clave tras
la detección de importantes incidentes en seguridad alimentaria. Éste
es el caso de la contaminación
de piensos con dioxinas detectada en Bélgica en 1999, la fiebre
aftosa detectada en 2001 en Reino Unido o el mal de las vacas
locas, cuyos primeros casos se registraron en España a finales del
año 2000. Estos hechos demostraron el elevado número de movimientos
animales y la dificultad de localizarlos.
La trazabilidad vigila los alimentos durante todas las etapas de
producción, distribución e importación, si se diera el caso, ya que los
riesgos son posibles en cualquiera. Cada una es un eslabón débil en el
que participan numerosos "actores" que deben analizarse. Carne de
vacuno, de ovino, leche, productos vegetales y fruta, huevos, productos
ecológicos, comida rápida y alimentos con denominación de origen son
algunos alimentos que cuentan con sistemas de trazabilidad.
El control puede seguir distintas direcciones:
Para ayudar en la aplicación de estos sistemas y armonizar pautas, la
Organización Internacional de Normalización (ISO) publicó el pasado año
la norma ISO 17367:2009, que establece normas internacionales y describe
los requisitos que deben seguir los sistemas de gestión. El objetivo es
aumentar la protección de la salud de los consumidores, evitar
prácticas fraudulentas
o posibles adulteraciones de alimentos.
Aplicación en el pescado
Una de las últimas aplicaciones en este campo es el control de la
procedencia del pescado
para evitar prácticas de pesca ilegales y dar un respiro al 28% de las
especies que hoy en día están sobreexplotadas,
agotadas o en proceso de rehabilitación. En la Unión Europea, el 88% de
las especies no tienen tiempo de recuperarse porque se explotan más
allá de los límites de producción sostenibles. Desde 2008, el proyecto
FishPopTrace desarrolla un sistema de herramientas para rastrear el
origen geográfico de un pescado y conocer si se ha recogido de forma
ilegal. La investigación se centra en el bacalao, la merluza, el arenque
y el lenguado.
El protocolo que sigue este proyecto parte de las características
genéticas del pescado, que actúan como códigos de barras. El principio
es examinar los marcadores genéticos y compararlos con la información
recogida en una base de datos. Una vez identificada la especie, se puede
localizar el origen. Otra forma de análisis parte de los otolitos,
estructuras calcáreas en el oído interno de los peces, cuya composición
bioquímica varía en función del ambiente en el que se halla el pescado.
Además de la edad, permite definir la composición del agua del mar del
que proceden, aseguran los expertos.
HACIA UN MAYOR CONTROL
La Organización Internacional para la Normalización (ISO) define, en
la ISO 22000, cuáles son las condiciones favorables para la gestión de
la seguridad alimentaria en las empresas que buscan la excelencia en los
niveles de seguridad. Una de las especificaciones de la norma, de
aplicación voluntaria, da cuenta de los requisitos que se deben aplicar
para la fabricación de alimentos seguros y el control de dos factores:
- Contaminaciones biológicas, químicas y físicas del producto,
además de contaminaciones cruzadas entre alimentos.
- Niveles de riesgo ambiental.
Cualquier etapa en la producción de alimentos es vulnerable a los
riesgos, de ahí la importancia de mantener un ambiente higiénico para
reducir la exposición de los productos a peligros.