SEÑOR
Señor, disculpe usted la imprudencia,
pero quiero hoy contar la experiencia,
en mi gran y audaz irreverencia,
a tan esbelta he imponente presencia.
Fueron momentos sublimes,
en remotos confines, dos almas afines,
dulces melodías loadas, palabras añoradas,
caricias deseadas, promesas evocadas.
Desde aquel indescifrable encuentro,
lo llevo tan dentro, clavado en el pensamiento,
conjugando el verbo amar, aprendí a besar,
aprendí a llorar, y no lo puedo olvidar.
Dos ilusiones encontradas, ya no soñadas,
hechas realidad, quiero decirle Señor,
que es usted mi delirio, mi anhelo pedido,
mi más fuerte suspiro.
Es usted Señor...a quien quiero yo amar...
VERONICA K.