La canción que oyó en sueños el viejo
A la luz de esa aurora primaveral, tu pecho vuelve a agitarse ansioso de glorias y de amor. ¡Loco...!, corre a esconderte en el asilo oscuro donde ya no penetra la viva luz del sol.
Aquí tu sangre torna a circular activa, y tus pasiones tornan a rejuvenecer... huye hacia el antro en donde aguarda resignada por la infalible muerte la implacable vejez.
Sonrisa en labio enjuto hiela y repele a un tiempo; flores sobre un cadáver causan al alma espanto; ni flores, ni sonrisas, ni sol de primavera busques cuando tu vida llegó triste a su ocaso.
Rosalía de Castro
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