Estrellas como el Sol pueden volverse tremendamente fotogénicas al final de sus vidas. Un buen ejemplo es NGC 2392, que se encuentra aproximadamente a unos 4.200 años luz de la Tierra. Esta estrella, conocida como Eskimo Nebula, es lo que los astrónomos llaman una nebulosa planetaria. El nombre es engañoso pues no tiene nada que ver con los planetas. El término proviene del parecido que las nebulosas tenían con los planetas gigantes al mirarlas sus descubridores a través de pequeños telescopios ópticos.
A "nuestro" Sol le ocurrirá dentro de 5.000 millones de años Las nebulosas planetarias se forman cuando una estrella consume todo el hidrógeno contenido en su núcleo, algo por lo que pasará nuestro Sol en unos 5.000 millones de años. Cuando esto ocurre la estrella comienza a enfriarse y expandirse, incrementando su tamaño de decenas a cientos comparado con su tamaño original. Después las capas más externas de la estrella son arrastradas por el viento a unos 50.000 kilómetros por hora, dejando detrás el núcleo caliente. La temperatura superficial de este núcleo es de unos 50.000º C y expulsa sus capas más exteriores con un viento mayor a 6 millones de kilómetros por hora. La radiación de la estrella y la interacción de su viento rápido con el viento lento crea la membrana filamentosa de una nebulosa planetaria. Al final la estrella remanente colapsará para formar una estrella enana blanca.
Imágenes muy novedosas
Hoy en día, los astrónomos usando telescopios espaciales son capaces de observar nebulosas planetarias como la NGC 2392 de formas que sus predecesores científicos no podrían haber imaginado. La imagen compuesta de la NGC 2392 contiene datos del Observatorio de rayos X Chandra de la NASA, mostrando en color morado la ubicación de gas caliente cerca del centro de la nebulosa planetaria. Los datos recogidos por el telescopio espacial Hubble muestran en color rojo, verde y azul, el complejo patrón de capas externas de la estrella que han sido expulsadas. Los filamentos en forma de cometa se forman cuando el viento más rápido y la radiación de la estrella central interactúan con las cáscaras frías de polvo y gas que ya han sido expulsadas por la estrella.
Se han estudiado paralelamente otras dos nebulosas planetarias Las observaciones de la NGC 2392 forman parte de un estudio de tres nebulosas planetarias con gas caliente en su núcleo. Los datos de Chandra sobre NGC 2392 muestran un inusual aumento de los niveles de emisión de rayos X comparados con las otras nebulosas. Los investigadores deducen que existe una compañera invisible a la estrella estudiada. La interacción entre un par de estrellas binarias podría explicar la alta emisión de rayos X hallada.
La débil emisión de rayos X observada en las otras estrellas estudiadas −IC 418 Y NGC 6826− son probablemente producidas por ondas de choque (similares a bombas de sonido) en el viento del núcleo de la estrella.
Comentario: Se inserta este estudio-informe, con el sólo y único fin de crecer en conocimientos de astronomía y enterarse de las circunstancias que se dan en una estrella como nuestro Sol, cuado esta consume todo el hidrogueno interior y colapsa formándose en una nebulosa planetaria con gas caliente en su núcleo, esta estrella la NGC 2392 muestra un inusual aumento de los niveles de emisión de rayos X, comparadas con otras nebulosas. Los investigadores deducen que existe una compañera invisible a la estrella estudiada. La interacción entre un par de estrellas bianarias, podria explicar la alta emisión de rayos X hallada. Esta estrella se encuenta a 4.200 años luz de la Tierra. Estrellas como el sol pueden volverse tremendamente fotogénicas al final de sus vidas. A nuestro Sol le ocurrirá esto, dentro de 5.000 millones de años. Las nebulosas planearias se forman cuando las estrellas consumen todo el hidrógeno interior de su núcleo y empiezan a expandirse y enfriarse, aumentando su volumen cientos de veces, su tamaño original; la temperatura superficial de este núcleo es de unos 50.000º C y expulsa sus capas exteriores con un viento superior a 6 millones de kilómetros por hora y al final la estrella colapsará, convirtiéndose en una estrella enana blanca. Casimiro López Cano.