Alabado sea Jesucristo…
Cada uno de nosotros es como un auténtico diamante. Un diamante no pierde su valor porque esté sucio, o cubierto de lodo. Igual nosotros tampoco valemos menos porque nuestra apariencia no revele el diamante que se esconde bajo la superficie, podemos brillar más o menos, pero continuamos siendo seres prodigiosos. Cuando te mires en el espejo y te digas a ti mismo que te amas, hazlo pensando en el brillo que se oculta dentro de ti. Poco a poco, ese resplandor saldrá al exterior e iluminará toda tu vida y la de los que te rodean.
Sagrado Corazón de Jesús. Mil gracias por concederme un día más para adorarte y servirte. La mies es mucha y los obreros pocos para recogerla. Es la palabra de Dios. Alabado sea el Señor. Amén. Detente, el Sagrado Corazón de Jesús, está conmigo. Casimiro López