Alabado sea
Jesucristo…
Hoy iniciamos la segunda mitad de este año. El mes de
Julio tradicionalmente la Iglesia lo ha dedicado a la Preciosísima Sangre de
Nuestro Señor Jesucristo. E incluso, en el calendario litúrgico anterior a la
reforma conciliar, el 1 de julio se celebraba dicha fiesta.
Instituida en 1849 por el papa Pío IX, la fiesta de la
Preciosísima Sangre de Nuestro Señor, fue elevada al rango de doble de la clase
por Pío XI, con ocasión del decimonono centenario de la muerte del Salvador.
Al recordarnos la escena del Calvario, con la lanzada que
atravesó el costado del divino crucificado, quiere subrayar la liturgia de la
fiesta el sentido y el alcance infinito del sacrificio del Calvario donde todos
fuimos redimidos del pecado y de la muerte gracias a la Preciosísima Sangre de
Nuestro Señor.
¡Buenos días!
Sé indulgente
Para amar como
Jesús nos enseñó, debemos aprender a ser indulgentes, que es “tener facilidad en perdonar las culpas
ajenas”, como dice el diccionario. Es la disponibilidad y capacidad para
perdonar las debilidades de nuestros prójimos una y otra vez, como le respondió
Jesús a Pedro: “No siete, sino setenta veces siete debes perdonar”.
¡Qué fácilmente creemos que nos faltan
nuestros prójimos, que no nos estiman, que no nos quieren! Basta ver el rostro
de un amigo un poco más sombrío que de costumbre para persuadirnos de su
indiferencia o de su frialdad. Sé indulgente. Olvida las pequeñas penas que te
hayan podido causar; no conserves ningún resentimiento por las palabras
inconsideradas o desfavorables que se han dicho contra ti; excusa los
descuidos, las ligerezas de las cuales eres víctima. Muestra un semblante
amable en todas las ocasiones. De esta manera estarás en paz con tu prójimo y
practicarás de modo excelente la caridad cristiana, que es imposible practicar
sin una indulgencia en todos los instantes.
Ser indulgentes
siempre no es fácil. En verdad está por encima de nuestra capacidad humana. Por
eso es indispensable suplicar con humildad y constancia al Señor el don de la
caridad para poder elevarnos sobre nuestros egoísmos y susceptibilidades… Pero
cuando el amor de Dios nos invade podemos “perdonar y soportar sin límites”.
Padre Natalio
Sagrado
Corazón de Jesús. Mil gracias por concederme un día
más para adorarte y servirte. Hagamos como decía San
Agustín: Señor a Ti solo busco, a Ti solo amo y tuyo
quiero ser. Mi único deseo es conocerte y amarte. (Sol
1,1,). La mies es mucha y pocos son los obreros para
recogerla. El Señor dijo: Vengan a mí los que estan cansados y
agobiados, que yo los consolaré Mt 11.28. Es la Palabra de Dios.
Alabado sea Jesucristo. Amén. Yo dibulgo cada día
Pequeñas Semillitas, con el vehemente deseo de que se
propague la Fe, en el Sagrado Corazón de Jesús y suplico a
todos los creyentes y no creyentes, que pidan al
Señor Jesucristo en oración, que no haya más guerras ni
hambre en el Mundo, ni atentados terroristas, ni políticos de guante
blanco y reine la Paz, así como el amor, en todos los rincones del Orbe. Así sea. Detente, el Sagrado Corazón de Jesús, está conmigo. Casimiro López.