Alabado sea
Jesucristo…
Ayer celebrábamos la memoria de Santa Mónica, madre de San Agustín, que tantos años rezó y lloró
para implorar a Dios por la conversión de su hijo, que mucho tiempo en su
juventud estuvo perdido entre la vida mundana y la herejía maniquea, hasta
lograr Mónica plenamente su objetivo. El obispo de Milán, San Ambrosio, la
consolaba en sus tiempos de dolor, diciéndole “Estad tranquila, no se puede perder el hijo de tantas lágrimas”.
Y hoy celebramos precisamente a San Agustín, uno de los más grandes santos de la historia, que
llegó a ser Obispo de Hipona y uno de los cuatro o cinco más grandes Doctores
de la Iglesia, y de quien podemos tomar el ejemplo de que nunca será demasiado
tarde para reencauzar nuestros pasos y dirigirlos hacia Dios si es que antes
hemos estado transitando caminos equivocados. En su libro “Confesiones” el
santo expresa su famosa frase “Tarde te
amé…” que debería servirnos a todos como luz de esperanza para saber que
Dios nos abres sus brazos siempre aguardando que vayamos a Él.
Pidamos ahora todos juntos:
Renueva, Señor, en tu Iglesia, el espíritu que infundiste
en tu obispo san Agustín, para que, penetrados de ese mismo espíritu, tengamos
sed de ti, fuente de la sabiduría, y te busquemos como el único amor verdadero.
Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
¡Buenos días!
Días malos…
“Existen
tormentas que no tienen la costumbre de avisar cuando llegan a nuestras vidas,
simplemente llegan y se plantan a las puertas de nuestro corazón para quitarnos
la paz, la alegría, la felicidad. Vienen en forma de enfermedad, de crisis
económicas, de crisis familiares, de muerte de seres queridos, de tentaciones
oscuras, etc.
Desde hacía una hora un hombre de unos
cuarenta años estaba sentado en un bar mirando una copa llena sin beberla. De
pronto entra un camionero alto y robusto, y le bebe de un trago la copa. El
hombre empieza a llorar, y el hombrachón le dice: —Vamos, amigo, era una broma no
más; ahora mismo pido otra. —No lloro por eso. Hoy ha sido el día más funesto
de mi vida. Empecé con llegar tarde a la empresa y me dieron de baja. Cuando
volvía a mi casa, me robaron el auto. Ya estaba llegando a pie y sorprendí a mi
esposa con otro hombre. Y ahora, cuando estoy por poner fin a tanto
sufrimiento, aparece usted y se bebe todo mi veneno…
Dios permite la
visita de la tormenta porque sabe que por medio de ella tú y yo podemos crecer
de gloria en gloria. Si logramos resistir y confiar en medio de la tormenta,
saldremos transformados por el poder de Dios y podremos darle gracias por
permitir la visita de la maestra tormenta”. (S. Escudero). No hay árbol que el
viento no haya sacudido.
Enviado por el P. Natalio
Sagrado
Corazón de Jesús. Mil gracias por concederme un día más para adorarte y
servirte. Hagamos como decía San Agustín: Señor a tí sólo busco, a tí
sólo amo y tuyo quiero ser. Mi único deseo es conocerte y amarte. (Sol
1,1). La mies es mucha y pocos son los obreros para recogerla. El Señor
dijo: Vengan a mí los que están cansados y agobiados, que yo los
consolaré (Mt 11.28). Es la palabra de Dios. Alabado sea Jesuscristo.
Amén. Yo dibulgo cada día Pequeñas Semillitas, con el vehemente deseo de
que se propague la Fe, en el Sagrado Corazón de Jesús y suplico a todos
los creyentes y no creyentes , que pidan al Señor Jesuscristo en
oración, que no haya más guerras ni hambre en el mundo, ni atentados
terroristas, ni políticos de guante blanco y reine la Paz, así cómo el
amor, en todos los rincones del Orbe. Así sea. Detente, el Sagrado
Corazón de Jesús, está conmigo. Casimiro López