Esta luna que por cierto no es dibujo me hace cantarte esta serenata. Tu y yo solos, ardiendo cual fogata abrazados entre el son que nos sedujo.
¡Maravilla lo que la luna nos produjo, mientras dedico a vos esta cantata! Miro tus labios de color rojo escarlata, ¡y me atrapan tu cariño y dulce embrujo!
Durante nuestra velada todo es lujo: este bosque, nuestro río color plata, hasta Diana en el cielo está sensata y nos regala su casto y blanco flujo.
Esta dulce melodía nos condujo a una bella conexión bastante grata. Bajo arboledas, hermosa caminata, a cantarte mi cariño, sí me indujo.
Te amaré por siempre, y sin tapujos, admiraré mujer, tu ternura innata. Y cuando concluya esta bella serenata nuestra luna nos derramará su influjo.