Tal vez el dato más sorprendente de los Presupuestos Generales del Estado para 2015, presentados ayer por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, sea el conocimiento de que la partida pública destinada a los partidos políticos españoles crecerá en un 87 por ciento. Se aduce, como justificación que el año que viene es electoral -y por partida triple- y que los gastos derivados de los inminentes comicios locales, autnómicos y generales justifican esa partida.
Año tras año, ésta partida presupuestaria nunca ha dejado de crecer
Lo llamativo es que si tiramos de hemeroteca, ya el año pasado por éstas mismas fechas se producía un debate similar. En el pasado ejercicio se anunciaba que la partida reservada a las grandes formaciones políticas crecería en un 27,4 por ciento. Y remontándonos a dos años atrás, en 2013, se anunciaba, siempre por fuentes gubernamentales, que la cantidad destinada a los partidos ascendió, sólo durante aquel primer trimestre del año a 13 millones de euros. Unos datos a los que podemos añadir más pinceladas que ayuden a completar el cuadro. ¿Sabía usted que por cada escaño obtenido los partidos reciben 32.500 euros? ¿Y que por cada voto se llevan un euro y ocho céntimos? En concreto éstos dos últimos apartados se han duplicado desde 1990, lo cual no está nada mal si tenemos en cuenta la situación de crisis que vive España desde 2007.
Sistema 'extractivo'
Economistas prestigiosos como Juan Ramón Rallo defienden que España, como muchos otros países de su entorno, sufre un sistema parasitario en el que un Estado 'extractivo' detrae, cada vez con mayor fuerza rentas de una depauperada clase media, a la que luego se contenta con unas ridículas bajadas de impuestos, uno o dos puntos a lo sumo en sus tramos de IRPF que no suponen más allá de veinte euros al mes para un sueldo medio, mientras que los gastos generados por una improductiva pero voraz maquinaria pública no paran de crecer al mismo ritmo que decrece la calidad de los servicios públicos que, teóricamente, justificarían esos gastos.
Y es que los partidos necesitan mucho dinero para sobrevivir: faraónicas campañas electorales, miles de mítines -propios más del siglo pasado que del ecosistema digital en el que vivimos en pleno 2014- fastuosas cenas y multitudinarias convocatorias destinadas a agasajar a centenares de simpatizantes y afiliados que van pagando la fiesta -sin saberlo- algún tiempo después con creces, y sobre todo asesores, muchos asesores... y cargos públicos, muchos cargos públicos. Si en la Administración Central es insostenible, en la local y sobre todo en la Autnómica es un escándalo: 'España tiene una Estructura territorial insostenible, sensillamente porque no se puede permitir pagarla', repite el exvicepresidente del Parlamento Europeo y expresidente de 'Vox' Alejo Vidal-Quadras. Son precisamente éstos nuevos partidos los que abogan por una drástica disminución de los ingresos reservados para éstas partidas -algo que los grandes partidos nunca harán porque atenta contra sus propios intereses- y por reducir drásticamente también el número de políticos, considerando como tales también a asesores y 'enchufados' a miles a lo largo y ancho del enorme tejido estatal español.
¿Hacia un modelo anglosajón?
¿Por qué en España no se permiten las donaciones privadas a los partidos, evitando así de paso la corrupción que supone que éstas, cuando se hacen, tengan que hacerse de 'tapadillo' y violando la ley y se descarga así a las arcasdel Estado? ¿Por qué no se regulan los lobbys, comose hace en el mundo anglosajón? ¿Por qué no se reducen dráticamente el número de diputados y senadores, o mejor aún, el número de parlamentarios autonómicos? ¿No es una locura que comunidades uniprovinciales como Madrid o La Rioja tengan parlamentos propios con varias decenas de parlamentarios? Por qué, cada vez que un político se va a su casa y dice que 'abandona la política', como Ruiz-Gallardón, siempre encuentra un puesto en algún organismo público de los que no sirven absolutamente para nada como el autodenominado Consejo Consultivo de la Comunidad de Madrid con sueldos (8.500 euros mensuales en éste caso) mareantes para el común de los ciudadanos ?
Con tales mimbres no es de extrañar que opciones disparatadas y antisistémicas como 'Podemos', 'Ganemos' y otras de similar pelaje triunfen entre una ciudadanía, más que harta del Sistema transicionista y que pide a gritos una revisión.