Tú has hecho renacer en mí, algo que estaba dormido. Tus palabras, hablan directamente a mi corazón, haciendo, que este se despierte y lata más fuerte. Que mi sangre fluya intensamente por mis venas, y que mi mente se adormezca ante tus deseos.
Haces que solo pueda hablar con el corazón, por que te quiero. Si, "te quiero", con tal fuerza, que significas mucho mas que yo mismo. El amor verdadero no tiene final feliz, porque simplemente no tiene final. Mi amor es tan grande, que el día que yo me muera, se que a otra vida me iré pensando en ti. Si por cada instante que pienso en ti, yo ganara un minuto de vida, es de seguro que no iba a morir, por que pienso en ti noche y día. Por fuera estoy vivo, mas por dentro muerto.
Esto es a causa de que no estas conmigo, y tu recuerdo es lo único que me da aliento. Si me encontrara la lámpara maravillosa no le pediría ningún deseo, por que uno a uno los cumples cada vez que te veo. Anoche, envié un ángel para que te cuidara, y se volvió, le pregunte ¿que paso? y me dijo: un "ángel" no puede cuidar a otro "ángel". No he podido descubrir, un rinconcito de mi cuerpo, donde no pueda verte. Un minuto, sin imaginar tenerte. Un rinconcito de mi piel, que no sea tuyo. Aun no puedo encontrar, un rinconcito donde no sienta tu presencia. Un camino, donde no vea tu huella. Un rinconcito donde tú nombre no se esconda. Y dudo que pueda haber un rinconcito, donde no vea tus ojos y una cara, donde no encuentre tu rostro. Un rinconcito de mi cuerpo sin ti. Y te juro que no hay, un rinconcito de mi alma que no te quiera dar. Y un minuto de mi tiempo, que te pueda negar.
Déjame contarte, que vives en mis sueños. Que mi vida, se alimenta de tu presencia, y que justo ahí en mis sueños. ¡Te he amado en esencia! Déjame contarte, que a cada segundo te pertenezco más, que a cada instante recuerdo tus ojos. Que quiero que todo mi ser estalle por ti, penetrarme en cada poro de tu piel, y que nos perdamos en la emoción de cada beso. En la intensidad de cada mirada, en la ternura de cada caricia. Quiero que seas mía en cuerpo y alma, y así seguir siempre, aun más allá... ¡Déjame contarte, cuanto te amo! Ni la distancia que nos separa, podrá borrar de mi corazón; esa huella que dulcemente has dejado tú al pasar. Tendrá un recuerdo candente, de la dicha que me estás dando, y las memorias que escondiste, donde había soledad. Dulce amor que en el secreto siempre has tenido que estar, esperando que algún día mi alma te pueda entregar. Traigo muy dentro de mí, escrito tu nombre con letras eternas, no sé porque, tú las quisiste escribir. Lo que yo siento por ti, es tan sublime y real que no tiene fin.
Y yo, quiero vivir alimentando mi amor, porque juraste que mío es tu corazón. Solo prometiste que tú, curarías toda la tristeza que había en mi vida. Cuando vengas a sanar mi dolor, no sabes cuánto lo necesito, Entonces serás, la sombra que me cubrió en tiempos de soledad. En tu reflejo me quisiera ver, de tus labios yo quiero conocer ese dulce néctar de tu miel. Si estas aquí, es como aprender a vivir. Un rostro, una ilusión, un amor inigualable, imposible de olvidar, que te hace vivir, soñar y ser feliz, a lo mejor imposible de recuperar, pero de ese amor, recuerdo, magia, ilusión, me ayuda a vivir. El día de mañana, llegará algo más intenso y más hermoso, que nos llenara de felicidad. Luchar por el amor, es cosa de la vida diaria. Soñar, vivir, sentir, y llorar. Elementos que implican un todo. El amor, allí donde la playa se entrega al mar, y a su húmedo vaivén de eterno amante. Allí te aguardo. Allí, en la madrugada, donde el sol naciente da el beso cálido a la noche... allí te aguardo. Allí en el monte, donde los álamos, se unen y se elevan... allí te aguardo. Allí en mis noches, donde transcurren mis horas angustiosas... allí te pienso. Allí en mis sueños, donde encuentran refugio mis anhelos... allí te busco. Allí en mi alma, donde laten mis mejores sentimientos... allí te encuentro. Oculta en un rincón de la pradera, un opaco espino callaba su silencio. Nunca un color, una flor, ni un brillo por sus propias espinas. Siempre herido, ningún ave, cortaría su plumaje en la hostil armadura de cuchillos. A pesar de ello, tal vez por eso mismo, una mariposa guareció su encaje. Posándose en sus ramas endentadas, y al abrir como pétalos sus alas en rosal, transformó al oscuro espino. Tú eres para mí esa mariposa, al refugiarte en mi corazón herido. A veces trato de alejarte de mi ánimo, y me voy lejos, en botes que se duermen en el regazo de la tarde. En aves deslizándose por las olas del viento, pero inevitablemente vuelvo. Si los labios de tus párpados se cierran, se apaga el beso de tus ojos, enmudece tu alma y entra en mí una noche de luna llena.
J. Cano
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