Se les considera los ladrillos que no se utilizaron para construir los planetas del Sistema Solar. Los científicos creen que los cometas, objetos celestes helados que al evaporarse emiten polvo y gas, conservan todavía parte del material a partir del cual se formaron los planetas, por lo que su estudio tiene una gran importancia para comprender cómo se originó la Tierra.
El pasado domingo las naves espaciales que están en Marte pudieron observar el acercamiento de un cometa llamado Siding Spring, que se situó a sólo 140.000 kilómetros de ese planeta. Y dentro de tres semanas, el robot Philae que viaja en la nave Rosetta, de la Agencia Espacial Europea (ESA), intentará posarse por primera vez en la Historia en la superficie de un cometa. 67P/Churyumov-Gerasimenko, como se denomina el objetivo de la ambiciosa misión Rosetta, dará a los científicos información única sobre los cometas y cómo se transforman durante su viaje hacia el Sol.
Pero el avance en los telescopios está permitiendo ir más allá e investigar incluso cometas fuera de nuestro sistema solar. Se denominan exocometas y un equipo de científicos acaba de presentar el mayor censo realizado de estos objetos en un sistema planetario distinto al nuestro. Según explican esta semana en la revista Nature, han localizado casi 500 cometas en torno a la estrella Beta Pictoris, situada a unos 63 años-luz del Sol.
Se trata de un joven sistema relativamente cercano al nuestro. Los autores de este estudio afirman que esta estrella está rodeada de un gigantesco disco de gas y polvo procedente del material que emanan los cometas y de las colisiones de asteroides. "Se trata de un disco de escombros", señala a EL MUNDO Alain Lecavelier, coautor del estudio, que añade que en este sistema se detectó un planeta (denominado Beta Pictoris b) con imágenes de muy alta resolución.
Nunca antes habían contabilizado tantos cometas en un sistema distinto al nuestro. "Previamente habíamos observado sólo algunos objetos. En este trabajo medimos las propiedades físicas y las órbitas de casi 500 exocometas en un único sistema planetario", señala Lecavelier.
Un joven sistema planetario
"[La estrella] Beta Pictoris es un un objetivo muy emocionante. Las observaciones detalladas de sus exocometas nos dan pistas que nos ayudan a entender los procesos que tienen lugar en este joven sistema planetario", ha declarado Flavien Kiefer, investigador del Instituto de Astrofísica de París y autor principal de este estudio.
Estudiar este joven sistema, sostienen los astrofísicos, les permite obtener información también sobre lo que ocurrió en nuestro sistema solar poco después de su formación, hace unos 4.500 millones de años. "Estamos viendo ahora los fenómenos que tuvieron lugar en nuestro propio Sistema Solar. Los cometas no construyen un planeta, son los restos que no han sido incorporados al planeta. Por lo tanto, nos ofrecen información sobre las propiedades físicas y químicas de un sistema planetario en el momento de su formación", explica Lecavelier a través de un correo electrónico.
Los cometas son pequeños cuerpos celestes ricos en hielo que al evaporarse generan nubes de polvo y gas que pueden absorber parte de la luz que pasa a través de ellos. Su tamaño es variable, aunque suelen medir varios kilómetros.
La estrella Beta Pictoris es conocida hace décadas. Desde hace 30 años, los astrofísicos detectaron cambios sutiles en la luz que emite, que se creía que eran causados por el paso de cometas delante de este astro.
Dos familias de cometas
Al igual que ocurre en el Sistema Solar, donde hay diferentes familias de cometas, los 493 exocometas estudiados en torno a Beta Pictoris pertenecen a dos familias diferentes. Los objetos de una de ellas son más antiguos y sus órbitas están controladas por un planeta de gran tamaño. La otra familia, señalan, posiblemente tuvo su origen recientemente (en términos astrofísicos), tras la ruptura de uno o varios objetos grandes.
Su comportamiento también es distinto. Los cometas del grupo más antiguo siguen órbitas diferentes y su actividad es débil, emitiendo pequeñas cantidades de polvo y gas lo que, según los científicos, mostraría que han ido agotando sus reservas de hielo durante los acercamientos que habrían hecho a su estrella. Los cometas de la familia más joven son mucho más activos y sus órbitas son casi idénticas.
Para hacer el censo de cometas de este astro, los científicos analizaron más de un millar de observaciones realizadas entre 2003 y 2011 con el instrumento HARPS del telescopio de 3,6 metros del Observatorio La Silla, en Chile, perteneciente al Observatorio Europeo Austral (ESO).