El día de Reyes trajo un regalo envenenado a los EEUU, al menos a los estados centrales del norte del país. Tras unos días de nevadas intensas en la costa Este, la madrugada del día 6 de enero hubo una invasión de aire frío procedente de las tundras canadiense y siberiana. Se han llegado a medir 52º centígrados bajo cero. La temperatura más baja jamás registrada ha sido de -90ºC, en la Antártida, y en el norte de Siberia, en Verjoyansk, de -68ºC. Se habla de un vórtice polar, un a modo de huracán de vientos circulando alrededor del Polo Norte, que conserva aire muy frío en su interior, y que por algún motivo se desplaza hacia el sur, arrastrando ese aire hasta las zonas templadas.
Sin embargo, si contemplamos la secuencia temporal del chorro polar, vemos claramente que ya a las 00:00 horas del domingo día 5 de enero una rama del chorro polar estaba empujando aire de las tundras hacia en centro de los EEUU. En el diagrama del día 6 a las 00:00 horas ese aire ha llegado ya a los estados centrales y hoy día 7 aún se mantiene sobre ellos.
El chorro polar
4 de enero
El chorro polar es una corriente de aire muy fuerte que circula entre los 8.000 y los 11.000 metros de altura, en la atmósfera entre el polo y los trópicos. Como cualquier corriente fluida, hace meandros, y estos meandros son tanto más pronunciados cuanto más débil es la corriente. La intensidad de la corriente depende de la diferencia de temperaturas entre el ecuador y el Polo Norte, y este año el Polo Norte está -relativamente- caliente, es decir, más caliente de lo que estaba, digamos, hace 50 años. Este año las cigüeñas han vuelto a Alcalá de Henares desde Finlandia en diciembre, en vez de a principios de Octubre, y en los días finales de diciembre he visto a una bandada de halcones en su migración anual desde el norte de Europa hacia África pasando por el Estrecho de Gibraltar.
6 de enero
Los meandros del chorro los experimentamos en España, con cambios bruscos de frío intenso (cuando el meandro hace caer aire de Groenlandia sobre nuestro país) seguidos de lluvias y aire templado cuando el meandro arrastra ese aire desde el Atlántico Central.
Según nos dicen los maravillosos científicos escépticos, no hay cambio climático. Las empresas de seguros nos dicen lo contrario: los extremos climáticos están aumentando y están costando unos 150.000 millones de euros al año y creciendo. En el oeste americano, el Colorado, que proporciona agua a ocho estados, se está secando, con las presas a niveles tan bajos que para llevar agua a Las Vegas se han tenido que perforar pozos a niveles crecientemente inferiores unos de otros. El barco Akademic Sholkalkiy lleva semanas encallado en la Antártida.
El cambio climático no es una subida de temperaturas en el pueblo de cada uno, que también lo es. El cambio climático es un cambio, un cambio del clima, de los equilibrios entre las masas de aire, entre las temperaturas del mar y de tierra, entre las temperaturas del ecuador y de los Polos. Es esencialmente un debilitamiento del gradiente de temperaturas entre ese ecuador y sobre todo el Polo Norte (que es agua que se calienta mucho más que el suelo de la Antártida), y con el debilitamiento del gradiente, un cambio en la circulación del chorro polar y con el un cambio de las estaciones, de las lluvias, de las temperaturas producidas por las masas de aire que se mueven de un punto otro del planeta.
No hay cambios, dicen los escépticos. El mejor ejemplo de cambio lo tenemos en la economía: No hay forma ya de recuperar un estado de bienestar que se derivaba directamente de que solo un cuarto de la población del planeta accedía a la energía casi gratis del petróleo. Hoy esa energía es cara y quiere acceder a ella otro cuarto de la población. Las cosas cambian.
El clima cambia
El clima cambia, y cambia porque seguimos con total alegría emitiendo CO2 a la atmósfera. Hasta Europa, que había lanzado un programa ambicioso de reducción de emisiones, lo está olvidando, y en su octavo programa marco no hay ningún estímulo novedoso y eficaz para cambiar el esquema de consumo energético. Los EEUU están felices quemando miles de millones de metros cúbicos del gas que extraen estrujando la tierra como una esponjas hasta dejarla seca. En España, nuestras maravillosas autoridades han casi eliminado todo el esquema de energías limpias, llegando a proponer multas de miles de euros a quien quiera contribuir a frenar el cambio climático instalando en su casa unas celdas solares.
Somos muy listos, los seres humanos. No hay cambio económico, ni cambio climático. No lo hay. Pero las invasiones polares se hacen cada vez mas frecuentes, las temperaturas extremas (en Sevilla, por ejemplo) son cada vez más altas, se secan los ríos, y aumenta la degradación del suelo por escorrentías de lluvias cada vez mas intensas.
Quizás algún día aceptemos que estamos cambiando el mundo, y decidamos tomar medidas para corregir el cambio o para adaptarnos a él. Mientras tanto, a pasar frío y calor y a perder, cada año, 150.000 millones de euros por no tomar precauciones que generan mucho más de esos 150.000 millones de euros en riqueza para todos los ciudadanos.
Recuerden: el frío en los EEUU se debe al meandro del chorro polar, y éste, al cambio climático.