Alabado sea
Jesucristo…
Hoy se pone a nuestra consideración el principio del
cuarto evangelio, el de san Juan. Es un comienzo muy diferente al de los otros evangelistas.
Hoy san Juan nos habla del nacimiento de Jesús; pero de forma diferente. No
cuenta los hechos según la historia: no hay niño ni madre, ni pastores ni
cántico de ángeles; pero sí habla de luz que ilumina las tinieblas y de gloria
de Dios que podemos contemplar, y sobre todo de la Palabra, que se hace carne,
de Dios que pone su tienda entre nosotros, del Señor que es aceptado por unos y
rechazado por otros. Es lo que se llama una historia en plan teológico.
A veces pensamos en la posada y las casas de Belén; pero
tiene un sentido más profundo y más amplio, que nos toca también a nosotros, si
le cerramos la puerta de nuestro corazón. A veces somos demasiado orgullosos
para ver a Dios: No queremos recibir a Aquel que viene a su propiedad, porque tendríamos
que transformarnos de modo que sea Él el verdadero dueño de nuestro ser.
Jesús es Dios que sale al encuentro del ser humano, para
que nosotros podamos ir a su encuentro. Creer es ver a Dios, y ver a Jesús es
“ver al Padre”. Por esta fe, que es entrega a su amor, nos transformamos y
vivimos como hijos de Dios. ¡Que de su plenitud recibamos la gracia y la verdad
y el amor!
La rana y el mar¡Buenos días!
La rana y el mar
En tu vida se van
dando posibilidades de cambiar para bien. Conviene que te detengas, evalúes con
precaución las ventajas, y tomes decisiones sabias y prudentes, porque ésa es
la forma normal de progresar. No caigas en el error de desechar todo cambio por
principio; ni tampoco en el otro extremo, de creer que toda novedad es mejor.
Fábula sobre el tema.
He
aquí una rana que había vivido siempre en
un mísero y estrecho pozo, donde había nacido y habría de morir. Pasó
cerca de
allí otra rana que había vivido siempre junto al mar. Tropezó y se cayó
en el
pozo. —¿De dónde vienes? –preguntó la rana del pozo. —Del mar. —¿Es
grande el mar? —Extraordinariamente grande, inmenso. La rana
del pozo se quedó unos momentos pensativa y luego preguntó: —¿Es el mar
tan
grande como mi pozo? —¿Cómo puedes comparar tu pozo con el mar? Te digo
que el
mar es muy grande, descomunal. Pero la rana del pozo, fuera de sí por la
ira,
gritó: —Mentira, no puede haber nada más grande que mi pozo; ¡nada!
¡Eres una
mentirosa y ahora mismo te echaré de aquí.
Con frecuencia
Dios, por sus profetas, invitó a Israel a revisar su estilo de vida para hacer
los necesarios reajustes que exigía la alianza solemnemente pactada. La Palabra
de Dios sigue invitándonos a cambiar para bien, y nos motiva con sabiduría a
dar pasos de crecimiento espiritual. Ábrete a su mensaje y aprovecha su fuerza
renovadora.
Enviado por el P. Natalio
Sagrado
Corazón de Jesús. Mil gracias por concederme un día más para adorarte y
servirte. Hagamos como decía San Agustín: Señor a tí sólo busco, a tí
sólo amo y tuyo quiero ser. Mi único deseo es conocerte y amarte. (Sol
1,1). La mies es mucha y pocos son los obreros para recogerla. El Señor
dijo: Vengan a mí los que están cansados y agobiados, que yo los
consolaré (Mt 11.28). Es la palabra de Dios. Alabado sea Jesuscristo.
Amén. Yo dibulgo cada día Pequeñas Semillitas, con el vehemente deseo de
que se propague la Fe, en el Sagrado Corazón de Jesús y suplico a todos
los creyentes y no creyentes , que pidan al Señor Jesuscristo en
oración, que no haya más guerras ni hambre en el mundo, ni atentados
terroristas, ni políticos de guante blanco y reine la Paz, así cómo el
amor, en todos los rincones del Orbe. Así sea. Detente, el Sagrado
Corazón de Jesús, está conmigo. Casimiro López