ERA UNA MAÑANA Y ABRIL SONREÍA
Era una mañana y abril sonreía. Frente al horizonte dorado moría la luna, muy blanca y opaca; tras ella, cual tenue ligera quimera, corría la nube que apenas enturbia una estrella.
Como sonreía la rosa mañana, al sol del oriente abrí mi ventana; y en mi triste alcoba penetrò el oriente en canto de alondras, en risa de fuente y en suave perfume de flora temprana.
Fue una clara tarde de melancolía. Abril sonreía. Yo abrí las ventanas de mi casa al viento... El viento traía perfumes de rosas, doblar de campanas...
Doblar de campanas lejanas, llorosas, süave de rosas aromado aliento... ...¿Dònde están los huertos floridos de rosas? ¿Qué dicen las dulces campanas al viento?
Pregunté a la tarde de abril que moría: —¿Al fin la alegría se acerca a mi casa? La tarde de abril sonriò: —La alegría pasò por tu puerta-y luego, sombría—: Pasò por tu puerta. Dos veces no pasa.
Antonio Machado
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