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De no hallar en mis amoresel número de mi mesasabe Dios cuánto me pesa.
Cuéstame hartos desveloscelos bastardos, mal nacidos celos.
No soy carne ni pescado,y aunque mi sazón es cortasé muy bien lo que me importa.
Mi gusto aprendió en Toscana,pues hallo el arte de amaren el tropo variar.
Peor que el diablo soy si me resuelvo,pues a puerta cerrada aún no me vuelvo.
Cúpome el número sexto,mas yo he sido tan fielque jamás me acusé de él.
Puesto que no hay más que veren lo que llego a mirar,aún hay más que desear.
Para la flecha de amor,aunque aguda y penetrante,tengo el pecho de diamante.
Aunque en orden a limpiezatodos dirán en mi abonomejor cuelo que jabono.
No lloréis, ojos hermosos,no lloréis.Podrá ser que os engañéis.
Sin pundonor, sin melindres,sin desdenes, vengo a serdon calla a más no poder.
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