Tú resignas la mirada,
sin pan en tu faltriquera,
no aspereza el trigo verde,
haciendo eterna la espera.
Es fatigoso el andar,
de tu mulica huesera,
de su aparejo desnudo,
llega el hambre a su antojera.
Llega tu suplica al cielo,
llamando a la primavera,
a ver si preña la lluvia,
la cosechica primera.
Que está ajada la cabaña,
sin leño sobre la hoguera,
y va consumiendo el humo,
los suspiros de una vela.
Que está reclamando el amo,
la renta sobre la era,
si está reseca la zarza,
sin agua de su ribera.
Y esas dos ovejicas,
una preñá y otra huera,
y tres gallinicas viejas,
que apenas si cacarean.
Como te reclama el amo,
el tiempo con poca espera,
esclavo de amaneceres,
que vas del trueno a tu era.
Curra Arroyo