Estas son las cosas que aprendí:
Compartir todo. Jugar limpio. No pegarle a nadie. Poner de nuevo las cosas donde las había encontrado. No tomar nada que no fuera mío. Pedir perdón si lastimaba a alguien. Lavar mis manos antes de comer. Tomar leche tibia con galletitas a la hora del té. Aprender un poco, y pensar un poco y dibujar, pintar, bailar, cantar y jugar un poco. Trabajar un poco todos los días. Dormir siesta todas las tardes. Al salir a la calle, tener cuidado con el tránsito, agarrarse de las manos y quedarse todos juntos.
Recordar la pequeña semilla en el vaso. Las raíces bajan y la planta sube y nadie sabe cómo ni por qué, pero somos todos así. Y entonces, recordar la primera palabra que aprendí: MIRAR. Todo lo que necesito saber está allí, en alguna parte: el amor, la ecología, la política y también algo de la vida.
Piensa como sería de bueno si todos (el mundo entero) tomaran galletitas con leche a eso de las 3 todas las tardes, y luego se acostaran con una frazada a dormir la siesta. O si en nuestro país, y en todos los países del mundo, adoptáramos la política de poner siempre de nuevo las cosas en el lugar donde las encontramos.
Y aún es cierto, a cualquier edad, que al salir a la calle, siempre es mejor agarrarse de las manos y caminar todos juntos.