Eres la tempestad que azota mis pensamientos
arrancando todo sentido de calma en ellos.
Verte es tentar a mis labios,
incitar a que caigan cautivos de los tuyos.
Nadie me ha besado como tú,
en esta o en cualquier otra vida.
Ahora jamás podría desear que
otra alma toque mis labios.
Te pertenecen.
Son fieles a ti,
sólo a ti.
Te pertenecen.
Son leales al incendio que tus besos contienen.
Eres la tormenta perfecta y mi cuerpo es un mar abierto.
Anhelando que tu caos desate un maremoto sobre mí.
Ansiando que ese feroz deseo que escondes salga a luz
cuando te encuentres desnuda frente a mi ser.
Nadie ha consumido mi cuerpo como tú lo has hecho.
Nadie ha recorrido mi piel como tus manos en esa noche.
Juro que no dejare que otra alma toque mi piel.
Es tuya.
Leal a ti,
sólo se estremece ante tu presencia.
Eres un huracán de placeres tan salvaje.
Y yo el velero que se adentra hacia ti intentando
resistir a tu poder.
Intentando sobrevivir a tanta pasión.
Acercarme a ti es provocar un frenesí en mi alma.
Es pararme al filo de una inevitable tentación.
Nadie había provocado tanta maldad
en mis pensamientos.
Ahora escuchar tu voz es despertar a mis demonios.
Juro que no dejaré que otra alma conozca mi mente.
Ya es adicta a ti,
vive para fantasear con tu cuerpo,
pará ser y todas las noches que estén por venir.
Está presa de tus provocaciones