que pasan caminando junto a mí,
siempre te buscan a ti, mujer,
como si supieran que en tu pecho
habita el misterio de la eternidad?
Cada noche, el firmamento murmura tu nombre,
se despliega en luces que ansían tu mirar.
No importa cuántas veces alce la vista, las constelaciones siempre trazan el mapa
que lleva directo a ti.
Camino bajo su danza incesante,
y susurros de plata me envuelven,
me cuentan de una diosa que bajó a la tierra, de una mujer cuya alma late al ritmo del universo entero.
Tus ojos, mujer, guardan galaxias ocultas, tus labios, el borde de un mundo eterno.
Tu risa es un eco que estremece al cosmos,
y tu silueta, la sombra que el sol
acaricia al caer la noche.
¿Cómo no buscarte, si incluso las estrellas, esas antiguas guardianas del cielo,
se inclinan en reverencia ante tu ser?
Tu caminar, mujer, es un himno celestial, un verso infinito que ni el tiempo puede borrar.
Yo, simple mortal que recorre la tierra, me encuentro atrapado en la danza de luces, persiguiendo las huellas de tu fulgor.
Y aunque las estrellas me lleven a ti,¿podré alguna vez alcanzar tu infinito?
Eres el secreto que el cosmos guarda, la razón por la que el universo gira, y cada estrella que pasa junto a un recordatorio de que tú, mujer,
eres el faro que guía mi alma errante.
En esta noche eterna, bajo el cielo inmenso, seguiré buscando tu luz entre las sombras,
porque aunque las estrellas se pierdan en la nada, mi corazón siempre te encontrará, mujer, dueña de las estrellas y de mi ser.