HIALEAH, Florida, EE.UU. (AP) — En alguna calle de La Habana circula un vetusto Lada ruso reconstruido casi en su totalidad con repuestos procedentes de Miami.
Hace un año, el vehículo --un robusto auto de acero construido hace 20 años-- necesitaba desesperadamente reparaciones. Las manijas de las puertas estaban herrumbradas. Los neumáticos consumidos. Casi nada funcionaba.
"Se encontraba en muy mal estado", comentó Frank Torres, un cubano que vive en Miami, primo del propietario del auto.
Torres decidió ayudar a reconstruir el vehículo. Pero él y su primo pronto se dieron cuenta de que en Cuba no conseguían los repuestos o los vendían a precios exorbitantes.
Apeló entonces a un negocio de repuestos de automotores rusos que abrió recientemente en Hialeah, sector del condado de Miami-Dade donde los maniquís lucen jeans apretados y vestidos cortos en tiendas de ropa barata y en las gasolineras se ofrece café con leche.
Allí, Fabian Zajarov explota un mercado único: el de cubanos residentes en Estados Unidos, sobre todo recién llegados, que visitan frecuentemente la isla y le llevan a sus familiares comida, artículos de tocador y hasta repuestos para automóviles. Zajarov, quien abrió su negocio hace poco más de un año, dijo que vendió repuestos para cientos de Lada y algunos Moskvitch, los dos modelos soviéticos más populares en las calles de Cuba.
El suyo es un ejemplo de los crecientes lazos comerciales entre Estados Unidos y Cuba, dos naciones separadas por el embargo comercial dispuesto por los estadounidenses hace cinco décadas pero que siguen conectadas por los vínculos entre los que se fueron y los que se quedaron. El gobierno de Barack Obama levantó muchas restricciones a los viajes de los cubanos a la isla, incluidos los límites a la cantidad de viajes que podían hacer y a las remesas que podían enviar. El cubano promedio gana unos 20 dólares al mes por lo que comprar un auto nuevo es prácticamente imposible para la mayoría.
"Es un negocio fantástico", comentó Alexis Reyes, un cubano que vive en Miami desde hace dos años y que hace poco compró un repuesto para el auto ruso de hace 30 años que su hijo maneja en la isla. "Ahora los que vivimos aquí podemos comprar los repuestos necesarios para mantener los autos de nuestros familiares en Cuba".
Los Lada llegaron a Cuba en la década de 1970, cuando el país estaba estrechamente alineado con la Unión Soviética. Muchos fueron asignados a médicos, diplomáticos y trabajadores de la industria del azúcar que cumplían las metas de producción. A los cubanos que servían en el exterior y regresaban con divisas fuertes a menudo se les permitía adquirir los vehículos.
Zajarov, quien nación en Rusia y se crió en Cuba, aprendió a manejar en uno de los dos Lada que tenía su familia, uno beige con más de 200.000 kilómetros (125.000 millas). Llevaba al trabajo a su padre, un profesor universitario, y practicaba en una playa de estacionamiento. Recuerda paseos en auto con su familia en Cuba y dice que rara vez tuvo problemas mecánicos. El gran inconveniente, en todo caso, era el costo de la gasolina.
Se acostumbra a decir que el Lada es el vehículo ideal para Cuba: no importa dónde se pueda quedar el auto, encontrará de inmediato un mecánico que no solo sabe cómo arreglarlo, sino que puede conseguir los repuestos necesarios... si uno tiene el dinero. Esa es una gran ventaja sobre los otros autos típicos de La Habana: los vehículos producidos en Detroit en los años 50 que funcionan con repuestos inadecuados y soldaduras creativas.
Los Lada son usados por la policía y los militares, como taxis, por las dependencias del gobierno, en los actos oficiales y por las familias que pueden adquirirlos.
"Le dicen el auto de los trabajadores", afirmó Torres, "porque es sólido".
Zajarov regresó a Rusia de adulto y trabajó para una agencia de viajes. Hace seis años emigró a los Estados Unidos. Trabajó en distintas actividades, instalando alfombras y en una agencia que ayuda a la gente a enviar remesas a América Latina.
Se le ocurrió abrir su negocio cuando un amigo de Cuba no encontraba repuestos para los frenos de un Lada. No pudo encontrarlos tampoco en Estados Unidos. Solo había esos repuestos en Rusia. Viajó entonces a Rusia y adquirió toneladas de repuestos.
Zajarov está hecho a medida para una actividad de este tipo. Hijo de una rusa, habla ese idioma y sabe manejarse en Moscú. Se considera ruso-cubano y puede moverse entre las dos culturas. Le gusta comer sopa borscht y caviar ruso y celebrar el año nuevo con el tradicional lechón cubano y música salsa.
Exhibe los repuestos --desde tornillos y válvulas hasta asientos y tableros-- en estanterías con vidrios o en un depósito detrás de la zona de ventas. Tiene adhesivos con inscripciones como "Lady Lada". Sus empleados lucen remeras con la palabra "Lada".
Llevar repuestos es legal en Cuba, pero el gobierno tiene un sistema que rige la cantidad de partes que uno puede ingresar. Y no se puede llevar motores, según Leonardo Sánchez, portavoz de la International Port Corp., que administra los cargueros que van de Miami a Cuba.
En Estados Unidos hay muy pocos Lada. En Miami, donde la nostalgia por todo lo cubano ha originado una industria de restaurantes, objetos recordadores y librerías, aparentemente hay un solo vehículo, propiedad de un barbero cubano que lo usa para publicitar su negocio.
Los autos están siendo dejados de lado en Cuba. La gente con acceso a divisas fuertes prefiere vehículos con cosas que los Lada no tienen: acondicionadores de aire, dirección asistida, ventanillas eléctricas, transmisiones con cinco velocidades. En el 2012 se produjo el último Lada Classic en Rusia. La casa automotriz decidió apostar a modelos más modernos. En la actualidad, el gobierno cubano está adquiriendo Geely chinos y el Kia sudafricano para renovar sus flotas.