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General: Las heroínas calladas de la Independencia hispnoamericana
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 11/07/2017 12:52 |
Mujer e independencias
Las heroínas calladas de la Independencia Hispanoamericana
Por Ana Belén García López. Historiadora
Leona Vicario
No sólo el amor es el móvil de las acciones de las mujeres: ellas son capaces de todos los entusiasmos, y los deseos de la gloria y de la libertad de la patria no les son unos sentimientos extraños; antes bien, suelen obrar en ellas con más vigor, como que siempre los sacrificios de las mujeres son más desinteresados1.
Leona Vicario
Estas palabras de la heroína mexicana Leona Vicario nos dan pie para afirmar que las mujeres participaron de forma decisiva en la lucha por la independencia hispanoamericana, aunque sus actuaciones hayan sido silenciadas por la historia como lo fueron en otros lugares y otros tiempos.
Esta intervención femenina se produjo en todos los niveles sociales, desde las del pueblo, indígenas, negras y mestizas en su mayoría, hasta las criollas de las élites sociales. Todas ellas colaboraron en la medida de sus posibilidades en el proceso histórico que vivieron.
¿Cuál era la vida de las mujeres americanas en la época independentista?
Las mujeres de principios del siglo xix vivían en una posición de subordinación, circunscritas al espacio privado, de forma que solo tenían dos opciones respetables: el matrimonio o el convento.
Las nuevas ideas y los avatares de los movimientos emancipadores les dieron la oportunidad de convertirse en sujetos activos, saltando al espacio público y adquiriendo un protagonismo relevante, transgrediendo con su actitud y sus acciones las barreras que la sociedad imponía a su género y por ello, aunque en el contexto de la guerra se aprovechó su valentía, en la paz fueron recluidas nuevamente en sus hogares o en los conventos, condenadas a morir socialmente al ser olvidadas sus acciones.
La participación de las mujeres en la actividad y compromiso políticos se manifiesta de múltiples y diversas formas: la colaboración en actividades conspirativas organizando en sus residencias reuniones y tertulias donde se discutían las nuevas ideas políticas y se planeaban las acciones emancipadoras; la actuación como espías valiéndose de su supuesta «debilidad» y «apatía política»; la organización de redes de información en las que actuaban como correos proporcionando información muy valiosa a los ejércitos patriotas; la organización de protestas; la propagación de las ideas patriotas y persuasión entre los ejércitos realistas; la redacción de idearios y manifiestos; la donación de dinero y joyas para la causa independentista; el refugio de los insurgentes; el transporte de alimentos, ropas y material bélico; la reparación de armas; el sustento familiar; la presencia en los campamentos (troperas, rabonas, guareñas, soldaderas) acompañando a las tropas, preparando los avituallamientos, cocinando, atendiendo a los heridos, enterrando a los muertos, portando las armas; la lucha como miembros de las guerrillas patriotas o como soldados en los campos de batalla, algunas vestidas de hombre para ser aceptadas en el combate, otras ejerciendo su condición de mujeres guerreras, en ocasiones desempeñando rangos militares y actuando como estrategas.
Como consecuencia, muchas de ellas sufrieron las situaciones más adversas: pobreza, destierro, persecución, denostación verbal en la prensa, escarnio público, reclusión en hogares, cárcel o conventos, confiscación de bienes, propiedades y objetos personales o muerte, bien ajusticiadas o en el olvido y la miseria.
A pesar de ello, la historiografía las ignora en la mayoría de los casos y cuando hace mención a ellas las minimiza, reconociéndoles solo una labor complementaria, nunca protagonista.
Sirvan unas rápidas pinceladas de algunas de estas heroínas calladas por la historia para recordar y admirar lo que muchas aportaron a la causa independentista americana.
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Perú
En Perú destacan tres mujeres.
Micaela Bastidas (1745-1781)
Indígena, esposa de Túpac Amaru, es un símbolo de la lucha contra la opresión colonial, pero fue ignorada en las páginas de la historia hasta que la literatura del s. xx le hizo justicia histórica y la consagró como la gran precursora de las luchadoras que participaron en la independencia peruana.
Codirigió el movimiento independentista más importante del s. xviii, conocido como la rebelión de Túpac Amaru, actuando como guerrera y estratega del mismo.
Fue ahorcada en Cuzco en 1781, en compañía de su marido y de la menos conocida Tomasa Condemayta, capitana de un heroico batallón de mujeres.
M.ª Andrea Parado de Bellido (1777-1822)
Informante de los planes y movimientos realistas al servicio de las guerrillas serranas, donde se integraron su marido y uno de sus hijos.
Fue capturada, torturada en el interrogatorio y fusilada en 1822.
Al ser interrogada exclamó: «No estoy aquí para informar a ustedes, sino para sacrificarme por la causa de la libertad»2.
Francisca de Zubiaga de Gamarra, la Mariscala (1803-1835)
Es el arquetipo de las heroínas de la independencia.
La escritora y feminista Flora Tristán en su libro Peregrinaciones de una pariala ensalzó como prototipo y ejemplo de mujer emancipada y transgresora, que se atrevió a invadir y apropiarse de los tradicionales poderes del hombre.
Fue una mujer guerrera que, vestida de militar, luchó en los campos de batalla en la etapa independentista, donde mostró su alma de caudillo, y que tras la consecución de la independencia del Perú, ejerció el poder político con más autoridad que su marido, Agustín Gamarra (1829-1833), ganándose el apodo de la Presidenta.
Sin embargo, su aguerrido carácter y fuerte personalidad le granjearon el repudio de la sociedad peruana, el destierro y el exilio en Valparaíso, donde murió en el anonimato.
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Bolivia
En Bolivia sobresalen dos mujeres combatientes en el campo de batalla.
Bartolina Sisa (1753-1782)
Antecedente de la lucha de la mujer independentista, guerrera aymara que lideró junto a su esposo, Túpac Katari, un levantamiento contra el poder colonial, en el que logró movilizar a unos 40.000 indígenas en las tierras del Alto Perú, a finales del s. xviii.
Intervino como estratega del asedio de la Paz y poco después fue capturada, torturada y ejecutada en 1782.
Juana Azurduy (1780-1862)
Nacida en Cuquisaca, Alto Perú (actual Bolivia) en 1780.
Es ejemplo de mujer entregada a la lucha por la independencia. Perdió en la misma a su marido, el héroe Manuel Padilla, y a 4 hijos pequeños, que murieron a causa del hambre y las penurias. Además, combatió embarazada de su quinta hija.
Encabezó junto a su marido las guerrillas contra los realistas en el Alto Perú.
Recibió el rango de teniente coronel y el sable simbólico del general Belgrano por su heroica defensa en marzo de 1816 de la hacienda del Villar, con solo 30 fusileros y en la que ella misma mató al jefe realista.
Coordinó las acciones militares con el general salteño Martín Miguel de Güemes, tras la muerte del cual se vio condenada a la pobreza y exiliada en Salta, desde donde reclamó al gobierno boliviano sus bienes confiscados. Murió olvidada y en la miseria en 1862, a los 82 años y fue enterrada en una fosa común.
Hoy es homenajeada tanto en Bolivia como en Argentina. En 2009, los gobiernos de estos dos países la reconocieron como generala de sus ejércitos emancipadores.
Como representación y conmemoración de la lucha de las mujeres independentistas sin nombre, es de justicia mencionar el episodio que protagonizaron las heroínas anónimas de Cochabamba el 27 de mayo de 1812.
En el alto de San Sebastián (La Coronilla), 300 mujeres encabezadas por una mujer ciega, Manuela Gandarillas, se enfrentaron a las tropas realistas para defender su territorio. En su memoria se erigió un monumento en Cochabamba y en reconocimiento de su valor se celebra el 27 de mayo el día de la madre en Bolivia.
México
En México son cuatro las mujeres que destacan en la lucha independentista.
Gertrudis Bocanegra de Lazo de la Vega (Michoacán, 1765-1817)
Gertrudis Bocanegra
Armó una red de comunicaciones entre las principales sedes de la rebelión independentista, sirviendo de correo de los insurgentes. Su marido y su hijo murieron en la guerra.
Sus informaciones salvaron en varias ocasiones la vida de muchos patriotas, entre ellos, varios caudillos.
Fue capturada y fusilada en la plaza de Pátzcuaro el 10 de octubre de 1817.
En 1992 se hizo una película titulada Gertrudis basada en su vida, con Ofelia Medina como protagonista.
María Ignacia Rodríguez de Velasco y Osorio Barba, conocida como la Güera Rodríguez (1778-1851)
Fue miembro de la alta nobleza novohispana y escandalizó con sus amoríos a la mentalidad conservadora de su tiempo. Mantuvo relación con personajes tan dispares como Alejandro von Humboldt, Simón Bolívar y Agustín de Iturbide.
Era famosa por su belleza e ingenio y fue una fiel partidaria de la independencia.
Aprovechaba su presencia en los salones más elegantes para recabar información sobre las estrategias del ejército realista, que luego enviaba a los patriotas, y hablaba a favor de los insurgentes en las reuniones, lo que provocó que fuese llevada ante el Tribunal del Santo Oficio. Cuentan que ese día se vistió mejor que nunca, se enjoyó, se perfumó y lejos de atemorizarse, le plantó cara a los representantes inquisitoriales increpándoles por su conducta licenciosa y por ello fue absuelta.
Gracias a sus relaciones y a sus actuaciones políticas, fue una de las mujeres que más influyó en los hechos históricos de México, pero su papel no ha sido debidamente valorado.
Leona Vicario Fernández de Quintana Roo (1789-1842)
Es una de las mujeres más reconocidas en la guerra de la independencia mexicana.
Quedó huérfana muy joven y puso su fortuna heredada a disposición de la independencia. Actuó como correo de los insurgentes informando de las acciones de los realistas, enviando mensajes en clave al periódico El Ilustrador Americano y ejerció como corresponsal de guerra informando de los acontecimientos en el campo de batalla, por lo que es considerada como la primera periodista de la historia de México.
Fue delatada, juzgada y, al negarse a revelar los nombres de sus cómplices, recluida en el colegio de Belén, de donde fue rescatada por los insurgentes. Tras ello se casó con A. Quintana Roo, al lado del cual continuó la lucha, huyendo de un lugar a otro, hasta el punto de que tuvo a su hija en una cueva.
Conseguida la independencia, continuó con sus actividades políticas y periodísticas, escribiendo en el periódico El Federalista que se editaba gracias a sus recursos, siempre defendiendo sus ideales, como muestran las palabras que hemos reproducido anteriormente y que le dirigió al historiador conservador Lucas Alamán, quien la acusó de adherirse a la causa independentista solo por amor a su marido.
Fue considerada «madre de la Patria» en tiempos del dictador Antonio López de Santa Anna (1795-1877) y su nombre está grabado en letras de oro en el muro de honor del Palacio Legislativo de San Lázaro y en el Congreso del estado de Quintana Roo.
Josefa Ortiz Girón de Domínguez, la Corregidora (1768/73-1829)
Es una de las mujeres más audaces de la época de la independencia. Prototipo de mujer patriótica, firme en sus ideas y convicciones, sin importar los riesgos.
Quedó huérfana a temprana edad. Se casó con Miguel Domínguez, nombrado corregidor de Querétaro.
En su tertulia literaria reunía a los insurgentes, de tal forma que participó activamente en la «conjuración de Querétaro» y fue una pieza clave en el inicio de la independencia, pues consiguió avisar a Miguel Hidalgo de que la conspiración había sido descubierta. Gracias a ello, este último convocó al pueblo en el llamado Grito de Dolores el 16 de septiembre de 1810, comenzando así la guerra de la independencia mexicana.
Fue detenida en varias ocasiones por conspirar contra el poder español. Permaneció presa durante 4 años, siendo amnistiada por Agustín de Iturbide.
Tras la obtención de la independencia ya no tuvo más influencia. Murió en 1829.
En 1878 el Congreso de Querétaro la declaró «benemérita de la Patria» y dispuso que su nombre quedara grabado en letras de oro en el salón de sesiones.
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Colombia
En Colombia sobresalen tres mujeres como representantes de la lucha de la mujer colombiana en el proceso independentista.
Manuela Beltrán (1724- )
Fue otra de las precursoras en el enfrentamiento al régimen colonial.
En 1781 lideró un motín contra los impuestos mercantiles establecidos por el visitador regente Juan Francisco Gutiérrez de Peñeres, destruyéndose así los edictos donde se anunciaba el alza de impuestos.
Este hecho dio lugar a la revolución de los comuneros, que se extendió por gran parte del virreinato de Nueva Granada.
María Águeda Gallardo Guerrero (Pamplona-Santander-Colombia, 1751-1840)
Se casó muy joven con Juan Antonio de Villamizar y Peña, quien más adelante sería nombrado corregidor y justicia mayor de la provincia de Pamplona.
Águeda era anfitriona de tertulias cuyo tema central era la independencia.
Su temperamento combativo y enérgico le llevó a enfrentarse al gobernador Juan Bastús, primero en la organización de un baile en la plaza pública sin su permiso, con motivo de la festividad de San Pedro, y luego, el 4 de julio de 1810, arrebatándole su bastón de mando y arrojándolo al suelo, lo que provocó un amotinamiento del pueblo a su alrededor y la prisión del gobernador.
Este acto de rebeldía fue el detonante que desembocó en la formación de la Junta revolucionaria y el Cabildo abierto, que firmó el Acta de independencia de Pamplona el 31 de julio de 1810.
Policarpa Salavarrieta la Pola (1795-1817)
Es símbolo de la valentía y el coraje.
Quedó huérfana muy joven y trabajó como costurera. Colaboró activamente en la defensa de Santa Fé, actuando como espía y enlace de los revolucionarios.
Fue detenida y fusilada en Bogotá el 14 de noviembre de 1817 tras pronunciar estas frases:
¡Pueblo indolente! ¡Cuán distinta sería hoy vuestra suerte si conocierais el precio de la libertad! Pero no es tarde. Ved que, mujer y joven, me sobra valor para sufrir la muerte y mil muertes más. ¡No olvidéis este ejemplo!3.
Su imagen aparece en la moneda de 5 pesos colombianos de 1987 y desde 1967 se ha instituido el día de la mujer colombiana en honor al aniversario de su muerte.
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Venezuela
El Ministerio de la Mujer de Venezuela ha recopilado información sobre la participación de la mujer en la historia venezolana y la ha publicado en una serie de textos. Por lo que respecta a la lucha por la independencia se tiene constancia de la participación de al menos doce mujeres destacadas.
Entre ellas sobresalen las dos siguientes:
Juana Ramírez, la Avanzadora (1790-1856)
Juana Ramírez, la Avanzadora
Dicen de ella que se adelantaba e interceptaba al ejército realista a punta de machete. De ahí el sobrenombre de la Avanzadora.
Era hija de una esclava africana y trabajó como lavandera.
Protagonizó la extraordinaria defensa de la ciudad de Maturín en la batalla del Alto de los Godos, en 1813, al frente del batallón denominado Batería de las Mujeres.
Al independizarse Venezuela se retiró a Guacharacas, donde vivió con sus cinco hijas y se dedicó a la agricultura. Allí murió en 1856, a los 66 años.
Cerca del cementerio donde reposan sus restos se erigió en 1975 un monumento a su memoria que consiste en una estatua de bronce con el machete en la mano arengando a los que luchan por la libertad.
Josefa Camejo (Falcón 1791-Ciudad Bolívar 1862)
Luchó como soldado en la gesta independentista venezolana.
En 1811 solicitó al gobernador de Barinas permiso para protegerlo ante la amenaza de los realistas y, extrañada de que no hubiese contado con las mujeres para proteger su seguridad, declaró:
El sexo femenino no teme los horrores de la guerra; antes bien, el estallido del cañón no hará más que encender en nosotras el deseo de libertad4.
Luego se unió a las fuerzas del general Rafael Urdaneta en su éxodo hacia Nueva Granada, durante el cual perdió a su madre y se dedicó a curar a los heridos. Permaneció allí 4 años, tras los cuales regresó a Venezuela y en 1821, disfrazada de hombre, al frente de 300 esclavos, provocó una rebelión contra las fuerzas realistas en la provincia de Coro que culminó con la liberación de dicha provincia del asedio realista.
En 2002 fue incorporada simbólicamente al Panteón Nacional.
Chile
En Chile no hay constancia de participación femenina en la lucha armada, pero son varias las mujeres que destacan en la defensa de la causa independentista por su activismo político. Entre todas ellas mencionaremos a:
Paula Jaraquemada Alquízar (1768-1851)
Paula Jaraquemada Alquízar
Relevante en la etapa independentista por su apoyo incondicional a la causa revolucionaria que quedó manifestado en varios hechos decisivos: el apoyo al general San Martín tras la derrota en la batalla de Cancha Rayada, el 18 de marzo de 1818, poniendo a su servicio caballos, alimentos y otros pertrechos, así como a los peones de su hacienda de Paine, al mando de su hijo; la transformación de su hacienda en hospital para los soldados heridos y para ser la sede del cuartel general de San Martín; y el enfrentamiento ante los soldados realistas al negarse a entregar las llaves de sus bodegas con el fin de salvaguardar a un grupo de patriotas refugiados en ellas.
Francisca Javiera Carrera y Verdugo (Santiago, 1781- 1862)
Fue protagonista de una vida azarosa, influyó en la historia de Chile y a su vez su vida fue marcada por los avatares de la historia.
Fue el motor patriótico de su familia. Desde diciembre de 1811 hasta octubre de 1814 los Carrera dominaron la política chilena. Javiera no ocupó ningún cargo político pero actuó anónimamente en la esfera del poder, ejerciendo una influencia incuestionable como asesora y consejera.
Intervino en la creación de los símbolos patrios de Chile, como la bandera.
En el enfrentamiento con las fuerzas realistas Javiera colaboró enérgicamente: llevó y transmitió mensajes, movilizó grupos de mujeres para que confeccionaran vendas y ropa y organizó un grupo de enfermeras para asistir a los heridos.
El revés del ejército patriota en Rancagua obligó a los hermanos Carrera a emigrar a Mendoza. Desde entonces Javiera padeció 10 años de destierro en tierras de Argentina y Uruguay. A ello se sumó la pérdida de sus 3 hermanos, fusilados por ser autores de un complot para deponer al gobierno chileno del general O’Higgins y arrestar a San Martín.
Tras la dimisión de O’Higgins, Javiera volvió a Chile, abandonó la vida pública, repatrió los restos de sus hermanos en 1828 y se aisló en su hacienda de El Monte.
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Argentina
De la lista de mujeres insurgentes argentinas que lucharon por la independencia, se distinguen cuatro como representativas:
Juana Moro, conocida como la Emparedada. Jujuy (1785-1874)
Estableció una red de espionaje femenina: «Las mujeres de la Independencia».
Fue detenida y condenada por espionaje a morir tapiada en su propia casa, pero gracias a una familia vecina pudo salvar su vida, pues horadaron la pared y le suministraron agua y alimentos hasta que fue liberada por los patriotas cuando entraron en Jujuy.
Mariquita Sánchez de Tompson (Buenos Aires, 1786-1868)
Presidió numerosas reuniones clandestinas de criollos partidarios de la independencia y junto con otras compañeras persuadió a los líderes insurgentes para que se decidiesen abiertamente por la causa independentista.
En su casa se cantó por primera vez el himno nacional argentino.
María Remedios del Valle
Es el más claro ejemplo de la lucha de la mujer en este proceso y del olvido tras la consecución de la independencia.
Luchó valientemente en el ejército argentino, siendo reconocida con el grado de capitana por el general Manuel Belgrano y con el título de «madre de la Patria» por la soldadesca, pero su condición de negra, mujer y pobre la condenó al olvido y a la mendicidad en las calles de Buenos Aires hasta su muerte en la más completa miseria.
Magdalena, Macacha, Güemes de Tejada (Salta, 1787-1866)
Colaboró intensamente, desde la revolución de mayo, con su hermano, el general Martín Miguel de Güemes, convirtiendo su casa en taller para confeccionar ropa para los soldados de su hermano y utilizando su inteligencia y su posición para desempeñar tareas arriesgadas, entre ellas el espionaje. Controlaba una red de informantes que actuaba en Salta, Jujuy y Tarija.
Tenía una gran habilidad política que puso al servicio de su hermano, sobre todo en 1815, cuando gracias a sus gestiones se acordó la paz de Cerrillos.
Después de la muerte de Güemes en 1821, Macacha continuó participando en los sucesos políticos de su provincia con la audacia que siempre había demostrado y ayudó generosamente a los necesitados, por lo que fue muy querida por el pueblo.
Murió en Salta el 7 de junio de 1866.
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Ecuador
En Ecuador, son tres las mujeres destacables:
Rosa Campusano Cornejo, la Protectora (Guayaquil, 1796- Lima, 1851)
De esta guayaquileña conocida por ser la amante del general San Martín, es preciso resaltar su actuación a favor de la causa independentista.
Era hija natural de un funcionario rico, productor de cacao, y de una mulata.
Llegó a Lima en 1817, a los 21 años, como amante de un español acaudalado y pronto se relacionó con la sociedad limeña. Su tertulia era frecuentada por gente prominente. Aprovechó su posición como amante de un general realista para obtener información militar que suministraba a los patriotas y para ocultar en su casa a oficiales desertores del ejército real a quienes ayudaba a unirse al ejército patriota.
Su capacidad intelectual y sus relaciones sociales le permitieron ayudar al general San Martín difundiendo entre los realistas las cartas que este enviaba instándolos a incorporarse a la causa independentista.
Fue, además una de las mujeres que lograron que el batallón realista Numancia se integrase en la legión patriótica y por su contribución a la causa independentista San Martín la incluyó en la lista de las 112 mujeres condecoradas con la Orden del Sol. Poco después se convirtió en su amante, pero su relación nunca fue reconocida abiertamente por el general argentino, quien la abandonó cuando dejó Lima, tras los cual fue perseguida por las autoridades y rechazada por la sociedad tradicional limeña.
Después de varios años de vicisitudes poco afortunadas, Rosita murió casi en la indigencia en 1851, a los 55 años.
Manuela Cañizares (Quito, 1769/1775- 1814)
Es considerada el alma de la insurrección de 1809. En su casa se dio el primer grito de independencia.
Era de origen humilde, tenía un carácter fuerte y una gran capacidad de liderazgo que demostró sobradamente en los hechos de la noche del 9 de agosto de 1809, cuando se reunieron en su casa de Quito los partidarios de la independencia para planificar la revolución y constituirse en asamblea; sin embargo, algunos de ellos dudaron y decidieron marcharse. Fueron estas palabras de Manuela Cañizares: «Hombres cobardes, nacidos para la servidumbre ¿de qué tenéis miedo? ¡No hay tiempo que perder!»5, las que convencieron a los timoratos o desconfiados para dar el primer grito independentista, constituirse en Asamblea, formar una Junta de Gobierno y posteriormente deponer a las autoridades españolas.
Fue aclamada por el pueblo ecuatoriano como la nueva Judith.
Sin embargo, meses después algunos de los comprometidos traicionaron la causa y ciertos enemigos se ensañaron con Manuela Cañizares.
Dictaron prisión contra ella, pero pudo huir. En 1813 regresó a Quito, donde había perdido todo y se recluyó entre las monjas del convento de Santa Clara. Allí murió, en 1814, a consecuencia de una grave enfermedad.
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Manuela Sáenz, la libertadora del Libertador (Quito [Ecuador] 27/12/1797- Paita [Perú] 23/11/1856)
«Mi país es el continente de América. He nacido bajo la línea del Ecuador»6.
Así declaraba su conciencia e identidad americanas uno de los personajes más importantes de las guerras de independencia.
Tenía una gran habilidad política, temple y capacidad de liderazgo. Su relación sentimental con Simón Bolívar no opaca sus méritos personales como una de las grandes defensoras de la independencia y de los derechos de la mujer.
Comenzó su rol de independentista en 1819 en Lima colaborando con los patriotas peruanos. Asistió a las reuniones, buscó recursos para financiar la causa patriota, conspiró contra el gobierno colonial, actuando de espía y correo. Contribuyó decididamente en el cambio del batallón realista Numancia hacia las filas patriotas.
Por sus actividades proindependentistas, el general José de San Martín, tras tomar Lima y proclamar su independencia en julio de 1821, le concedió el título de «caballeresa del Sol».
En los eventos de la entrada triunfal de Simón Bolívar a Quito el 16 de junio de 1822, vio por primera vez al Libertador. Se convirtió en su amante y compañera de lucha durante 8 años, hasta la muerte de Bolívar en 1830.
Estuvo a su lado en la mayoría de las campañas, participando activamente, hasta lograr la independencia.
Se incorporó a su Estado mayor, haciéndose cargo de todo su archivo; combatió en la batalla de Junín y más tarde en la batalla de Ayacucho, lo que le valió el grado de coronela. Salvó la vida del Libertador en dos ocasiones al frustrar dos intentos de asesinato. Por ello, el mismo Bolívar la reconoció con el sobrenombre de la libertadora del Libertador.
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Tras la muerte de este en 1830, las autoridades de Bogotá expulsaron a Manuela de Colombia. Partió hacia el exilio, primero en la isla de Jamaica y más tarde en el pueblo de Paita, al norte del Perú, donde vivió durante 21 años en condiciones precarias, hasta su muerte el 23 de noviembre de 1856, víctima de una epidemia de difteria que azotó la región.
Su cuerpo fue sepultado en una fosa común y todas sus posesiones fueron incineradas.
A finales del s. xx Carlos Álvarez Saá, historiador de vocación, rescató documentos originales, cartas y objetos personales y en 1994 creó en Quito un museo dedicado a su memoria.
El 22 de mayo de 2007, en el marco de la conmemoración de la batalla de Pichincha el presidente de Ecuador, Rafael Correa, le concedió el rango de generala de la República de Ecuador.
En mayo de 2010, la película Manuela Sáenz. La libertadora del libertador fue presentada en Berlín en el salón Venezuela con motivo del año del bicentenario de la independencia de Venezuela.
Como conclusión queda reiterar que, desde Manuela Sáenz a la más humilde, todas lucharon por sus ideales, todas colaboraron, pero sobre todo, todas sufrieron los sinsabores de haber sido insurrectas y aún así han permanecido invisibles, han sido excluidas en el proceso de construcción de las naciones surgidas de las revoluciones emancipadoras.
Debemos aprovechar la celebración del bicentenario para reescribir la historia y recuperarlas del olvido al que fueron condenadas porque «mujeres como ellas ni merecen ni deben ser olvidadas».
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