La última guardia de honor estuvo formada por el general de ejército Raúl Castro Ruz, primer secretario del Partido y presidente de los consejos de Estado y de Ministros; el segundo secretario del Partido José Ramón Machado Ventura, vicepresidente de los consejos de Estado y de Ministros, y los miembros del Buró Político Miguel Díaz-Canel Bermúdez, primer vicepresidente de los consejos de Estado y de Ministros, y Esteban Lazo, presidente de la Asamblea Nacional. (Foto: Estudios Revolución)
José Martí solía decir que la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida. No digamos, entonces, que Armando Hart, martiano y fidelista por convicción, ha dejado de existir este 26 de noviembre de 2017; simplemente ha trascendido a la inmortalidad.
Dedicó su vida a hacer revolución. Por ello sus compañeros de lucha, los de la insurrección y los de la Revolución en el poder, época en que también libró grandes batallas, fueron a rendirle homenaje e integraron sucesivas guardias de honor, la última de las cuales estuvo conformada por la más alta dirección del país: Raúl, Machado, Díaz-Canel, Lazo.
De niño soñó con ser abogado para proteger los intereses de los pobres de la tierra, en una sociedad neocolonial que distaba mucho de ser la república soñada por el Apóstol. Al ejercer esa profesión, querelló contra malversadores; y después de la asonada del 10 de marzo, a un régimen tiránico que reimplantó la tortura y el asesinato como política estatal. Pronto comprendió que no hallaría justicia ante jueces venales y un gobierno que no respetaba el Estado de derecho. Apeló al recurso constitucional de la lucha armada, refrendado por la Carta Magna de 1940, pues no quedaba más opción que la del 68 y el 95.
La última guardia de honor estuvo formada por el general de ejército Raúl Castro Ruz, primer secretario del Partido y presidente de los consejos de Estado y de Ministros; el segundo secretario del Partido José Ramón Machado Ventura, vicepresidente de los consejos de Estado y de Ministros, y los miembros del Buró Político Miguel Díaz-Canel Bermúdez, primer vicepresidente de los consejos de Estado y de Ministros, y Esteban Lazo, presidente de la Asamblea Nacional. (Foto: Estudios Revolución)
Al salir Fidel, Raúl y los moncadistas del presidio, fue a abrazarse con ellos para fundar el Movimiento 26 de Julio. El ferviente martiano Hart devino también ferviente fidelista y desde entonces compartió incondicionalmente trincheras de piedras y de ideas con el líder histórico de la Revolución. En plena coincidencia con él en acción y pensamiento, cambió la toga por los riesgos del luchador clandestino, se convirtió en el Jacinto del levantamiento santiaguero del 30 de noviembre, sufrió cárcel y tras las rejas, sin dejación de principios, mantuvo una posición firme y unitaria.
Cuando un coronel pusilánime quiso tronchar el inminente triunfo revolucionario en aquella alborada de enero, se le enfrentó decididamente en el entonces cuartel de Columbia (hoy Ciudad Libertad), ante decenas de miles de soldados del viejo ejército y le recordó que Fidel era el líder indiscutible de la lucha contra la tiranía, que esta vez nadie podría impedir la entrada de los mambises a las ciudades.
Se graduó de Doctor en Derecho en 1952. Tuvo una actitud vertical de rechazo a la tiranía de Fulgencio Batista. Cuando su maestro Rafael García Bárcena, en abril de 1953, fue acusado de conspiración, lo defendió como abogado, sosteniendo ante el tribunal el derecho del pueblo a la rebelión. (Crédito: Autor no identificado)
Con la Revolución en el poder asumió como ministro de Educación y libró una histórica batalla con lápices y cartillas. Al constituirse el primer Comité Central del Partido en 1965, lo eligieron como secretario de organización. Luego, volvió a Santiago otra vez para asumir tareas como dirigente partidista en la antigua provincia de Oriente, donde se ganó el corazón de sus pobladores. Otras batallas siguió librando como titular de Cultura, y en ese sector rectificó desaciertos y errores. Su última misión consistió en divulgar el pensamiento martiano, una de sus pasiones, y promover su estudio incluso más allá de nuestras fronteras.
Hart sobresalió por su sencillez, por su confianza absoluta en Fidel y Raúl, la defensa permanente de la unidad entre los revolucionarios y su consagración, hasta el último aliento, a las tareas que la Revolución puso en sus manos. Abogaba por la articulación orgánica del ideario patriótico cubano del siglo XIX con el marxismo-leninismo como se refleja en su extensa obra intelectual, la cual, de honda raíz martiana y fidelista, ocupa un lugar destacado entre lo mejor del pensamiento revolucionario cubano.
Batallador intelectual y político incansable, como lo calificó Díaz-Canel en el homenaje póstumo que le rindió su pueblo, legó a las presentes y futuras generaciones un extraordinario ejemplo de lealtad, espíritu de sacrificio, firmeza, sentido de la ética y apego a los principios. (P.A.G.)
- El joven abogado pronto comprendió que no hallaría justicia ante jueces venales y un régimen que no respetaba el Estado de derecho, como en la vez en que, en 1953, la policía batistiana, aprovechando una superioridad numérica, lo golpeó salvajemente, como se observa en la foto. (Crédito: Autor no identificado)
- Fue uno de los fundadores del Movimiento 26 de Julio y formó parte de su Dirección Nacional, que Fidel dejó constituida en Cuba antes de partir para México a organizar la futura expedición armada. Ya constituido el Ejército Rebelde, subió varias veces a la Sierra a reunirse con Fidel. En la foto, junto al líder de la Revolución, Frank, Faustino y Raúl, a raíz de la primera reunión de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio (1957), en la serranía oriental. (Crédito: Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado).
- Sufrió prisión en varias ocasiones. En 1957 fue detenido y sancionado a varios años de prisión. Cuando era conducido a los tribunales por otras acusaciones, se fugó y se reincorporó a la lucha clandestina. Volvió a ser arrestado un año más tarde y estuvo en el Presidio Modelo hasta el derrocamiento de la tiranía. (Crédito: Autor no identificado)
- . Como ministro de Educación, primero nombrado por la Revolución, realizó una valiosa labor, en la que se destacó su papel durante la Campaña de Alfabetización. (Crédito: Autor no identificado)
- Con Juan Almeida, cuando ambos asumieron altos cargos partidista en la antigua provincia de Oriente. (Crédito: Autor no identificado)
- Designado en 1976 ministro de Cultura, le correspondió un lugar significativo en la materialización de la política cultural de la Revolución diseñada por Fidel. Desde esa responsabilidad que desempeñó durante más de 20 años, promovió la enseñanza artística y delineó un sistema institucional que convirtió al pueblo en protagonista de los procesos culturales. En la foto, inaugura una Casa de la Cultura, institución de la que fue un gran impulsor. (Crédito: Autor no identificado)
Su última misión consistió en divulgar el pensamiento martiano, una de sus pasiones, y promover su estudio incluso más allá de nuestras fronteras. En la foto, junto a Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, durante una sesión de la tercera Conferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo (2013). (Crédito: ACN)