Tú,
que no eres nada,
como no lo soy yo,
que ni nido tengo,
ni recojo hilos
o ramas secas para hacerlo.
Tú,
que ni cicatrices puedes mostrar,
porque son caras de ver,
aunque estén ahí,
y por pudor ni las enseñas,
ni se notan.
Tú,
que tienes miedo de asustar al miedo,
que no enciendes las luces de tu alma,
no fuera a ser,
que no alcanzase tu corazón,
a pagar tanto recibo.
Sal a la calle y grita tu nombre,
dí tu nombre,
que yo junto al tuyo,
diré el mío.
Ven a matar la prepotencia a gritos,
a punta de hambre de justicia,
a patadas de pérdidas,
a rabia de infamias.
D/A
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