Después de un encuentro con Bolsonaro en su residencia en Río de Janeiro, Moro anunció, a través de un comunicado, que "tras una reunión personal en la que discutimos políticas para la cartera, he aceptado la honrosa invitación".
"La perspectiva de implementar una agenda fuerte de lucha contra la corrupción y el crimen organizado, y respetando la Constitución, la ley y los derechos me han llevado a tomar esta decisión", explicó el juez.
Y añadió que "en la práctica significa consolidar los avances contra el crimen y la corrupción de los últimos años y alejar los riesgos de un retroceso por el bien mayor".
Por su parte, Bolsonaro también anunció en su cuenta de Twitter que el juez aceptó su invitación.
El presidente electo destacó que "su agenda anticorrupción, anticrimen organizado, así como su respeto a la Constitución y a las leyes serán nuestro norte".
Moro se convirtió en una celebridad en su labor a cargo de la operación "Lava Jato", el mayor escándalo de corrupción de Brasil, que en 2014 destapó un entramado de sobornos a cambio de licitaciones de contratos de obras públicas a través de la petrolera estatal, Petrobas.
También fue el juez que en 2017 condenó por corrupción al expresidente Lula, histórico líder del Partido de los Trabajadores (PT), quién en la actualidad cumple una condena de 12 años en una cárcel de Curitiba.
Pese a estar preso, Lula lideró todas las encuestas de opinión y era el gran favorito para ganar las elecciones presidenciales, pero el Tribunal Superior Electoral (TSE) vetó su candidatura.
El líder del PT eligió entonces para sustituirlo a quien fue su ministro de Educación y exalcalde de Sao Paulo, Fernando Haddad, un gran desconocido que ha batallado contra Bolsonaro la Presidencia de Brasil.
Moro se convierte así en uno de los superministros del electo de Bolsonaro, y tendrá a su cargo varias carteras.
Nada más conocerse la noticia, la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, denunció el nombramiento del juez, a quien su partido siempre ha acusado de estar politizado.