Desquicia las ofrendas benévolas,
la lujuria es la acción de un acto imprevisto
donde la sangre traidora se revuelca,
en salvaje extremo cruel y dura la ciénaga.
Pero no repelas gesticulaciones que se disfrutan
sin anhelada mensura que este bozal no renuncia
el grito incauto que clama el júbilo complacido
con un alma dilatada que no reconoce la vergüenza.
Porque tras su ornato frágil viven fragantes esencias
y la belleza de su maduro fruto muerden tus labios.
Carne y corazón alían su candorosa presencia.
Un rosal destila néctar en tu sueño de pérgolas
cargadas que llevan a la comisura de tus orillas
ambos conocemos realces del cielo y ribetes
puros que sobreviven crudos inviernos
de plata fría en la gran pausa del río la sed hambrienta
sed de tus huesos indivisibles nunca desaparece.
De LLUEVE EL VIENTO EN LOS TEJADOS- A publicarse en julio 2019 - Ed. PALIBROS - N.YORK - EEUU