Afortunada Me tocó vivir un largo viaje, fuerte y complicado. Unas veces recorrí largos jardines. Me embriagaron las fragancias nuevas. Con mi tacto conocí la tersura, la belleza contenida en la existencia Hubo flores frescas para mí. En algunas ocasiones supe de rodar, caer, deslizarme entre dunas, rasgarme la piel con mil abrojos. Supe del ardor del cuerpo, del sabor de las lágrimas, tan saladas como el mar de mis sueños. Hubo laberintos y caminos escabrosos. Hubo esquinas donde me esperaban besos, Habitaciones escondidas en suburbios negros. Hubo mañanas de luz. En otras, muchas veces las sombras, sabanas tendidas sobre el placer, y sobre el desgano. Largo camino de cuentas , sumas y restas de pasiones, sabores agridulces de frutas ofrecidas sin esperar nada a cambio. Y así seguí viviendo en el palacio verde que yo misma construí. Nada pudo perturbarme, No lo permití. Supe ganarle orillas al mar, salvar montes, cuidar llagas, lamer el pus de la existencia, satisfecha, siempre satisfecha. Y aunque no pido más, reconozco que falta el cruce del umbral. Solo espero que al otro lado también me persiga la suerte.
Carmen Amaralis Vega Olivencia |