Solías platicarme de tus mocedades
En aquellas noches de luna
Donde el sereno que de calle en calle
Iba en su pregón anunciando las horas vacías,
Y como para verte con tu amor
Te escondías entre las cortinas de tus ventanales,
HENCHIDO tu pecho que encerraba tu corazón palpitante
Enamorado, emocionado tan solo pensando en su mano acariciar,
Y ver como el reflejo de la luz de la luna en sus ojos
Pudiera dar visos de tu ruborizada tez,
El amor verdadero se apostaba bajo el balcón
Y con suaves y delicados versos y rimas
Te dedicaba poemas que te enamoraban más,
Mucho más por tan sincera serenata,
Y contabas como con tropiezos te ceñías
Un JUBON, que, según tú, era para acentuar tu belleza,
Algo inútil pues según te imaginaba
Eras bella sin usar una cosa extra,
Y decías como de tu pequeño baúl
Sacabas un frasquito de ALABASTRO con tu perfume favorito,
¡Esencias de rosas del amanecer!
Y escuchando los versos de amor que impregnaban el aire
Perfumas tu piel, perfumas el alma
Que, imaginando amaneceres,
Imaginando sus besos y sus abrazos
Vueles con mente febril hasta un mañana incierto
Pero a su lado feliz, LIBERADA,
Y exhalando un suspiro te asomas a tu ventana,
El te lanza besos que la brisa oportuna lleva hasta tus labios,
Y en esa noche especial de luna llena
En un acto osado estiro sus brazos hasta ti
Dejando caricias en tu rostro
Y adornando tu cabello una GUIRNALDA
Que acentúa tu juvenil belleza,
Y cada vez que lo cuentas…
Parece que soy testigo de ese amor de ayer,
Así como yo te imagino,
Creo que soy el escriba de tan lindo cariño,
Y que según mi pluma es un amor tan bello
Que se antoja poderlo vivir,
Y me encanta madre que me cuentes de ti y mi padre
Que me das el ejemplo de que el amor eterno si puede ser.
¡Gracias mamá!
Marco T. Valdez.