Tibios, cálidos y sombreados, remansos de palmeras, hijas del mar; sueños abiertos.
Desde lo mas escondido, en el profundo oleaje del mar,
Se dibujo en el paisaje, el renacer y regreso de la tarde, tan solo por pintar eso.
Cocoteros, peces, blancas gaviotas y muchas más, piedras de los olvidos.
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Retornar, no es mas, que caminar, un camino repetido,
Cubierto de plumas blancas en vuelo, en un bordado mantel color azul, con destellos dorados,
Mi quieta y dormida alma, sabe algo de viajes, muchas veces añorados,
De la soledad perdida, de una gaviota en vuelo; en el mar que luce azul, en un tono conocido.
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Muchos sueños; traen a este soñador, algunos recuerdos perdidos; vieja enredadera.
Que sabes, subir las piedras, del vetusto muro, antiguo vejestorio, que nos quedo de otra era.
Escuchar cantos gregorianos, caídos del cielo, la voz de Dios, en el eco del cañón.
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Peces del mar y gaviotas en vuelo, vienen del horizonte lejano, allá en la distancia,
Del filo de los recuerdos, en los colores de nuestra infancia,
Poder escuchar de nuevo, los cantos celestiales, en la voz de Dios,
Reflejada en estos cuerpos.
RAFAEL VICENTE PADRÓN RUÍZ (Manix)
Ese ocaso es de mi pueblo, Macuto, Edo Vargas.