Caminaba despacio, tranquila, ya liberada.
Vestía su hermoso jubón que la incitaba a sonreír, se sentía como una guirnalda que adornaba el día.
Su sufrido corazón, hoy henchido de esperanza le permitiría, quizás, transformarse en un reluciente alabastro para delirio de su querido nuevo pretendiente.
¡ Nuevamente gozaba de la vida !
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