Estaba confundido
Una jauría de perros
desnudo mi oratorio
y mis lágrimas se contuvieron
para no romper al cristal.
Encontré un ladrón
devorando mi cerebro.
Me recoste en el pecho de un ave
y el silencio envolvió a mi niño.
Grité te pertenezco sólo a ti
Gran elefante de la caverna,
y unos mendigos hicieron mofa
y sus risas amenazaron mi corazón
con un dolor asqueroso.
Quise destruir a los buitres
pero el cielo se enegrecio
Y el pueblo a mis pies
le cortó las manos a mi niño
para que no construyera
sus sueños.
Entonces exalé
y mi aliento se transformó
en algo que aquellos
no pueden destruir.
Sebastián Dusalgi.